jueves, 12 de noviembre de 2009

Suscripciones benditas...

Estoy suscrito al National Geographic. No, no se engañen, mi maltrecha economía no me da para una de esas suscripciones caras a la revista del marco amarillo, ni siquiera para darme el gustazo de ir cada mes a recoger un ejemplar al kiosco. Estoy suscrito via mail, que es gratis y te entretiene unos minutos todos los días.
De cuando en cuando mandan un buen artículo, como hoy ha sucedido. Venía acompañado de la foto que andan viendo, “Foto del mes” según reza el epígrafe. Está hecha en Camerún, en el zoo donde Dorothy, la monilla que yace muerta en la carretilla, junto a los demás simios que la observan, servían y sirven para el entretenimiento de todo aquel que apoquine la entrada al circo que allí tienen montado de forma lucrativa. El artículo viene en inglés, pero con mucha paciencia y esmero pude traducirlo, y merece la pena. Al parecer Dorothy era un animal muy querido entre los demás monos, había hecho como suyo un monillo que había quedado huérfano e incluso peleó con los machos por la supremacía de la manada, algo difícil de encontrarse en la naturaleza. Murió de vieja, de un ataque al corazón, y cuenta el artículo que, ese día, la desazón entre los demás monos era tal, que tuvieron que hacer el entierro visible para todos ellos porque estaban más alterados que nunca. Aunque fuera a través de la verja los quisieron hacer testigos para que el alboroto no cundiera…
Algunos chimpancés gritaban agresivos y otros bajaban la mirada viendo el cuerpo sin vida de Dorothy en la carretilla, hasta que entendieron que ya no volvería, cuando la trasladaron del carrito y la introdujeron en una cajita humilde de madera donde quedaría el animal para siempre. Lo más impresionante es que, en ese instante, todos los chimpancés quedaron en silencio, bajando la mirada hacia Dorothy, quizás comprendiendo lo que allí ocurría, quizás despidiéndose de alguien que en algún momento significó mucho para ellos…
Llevo dando vueltas todo el día a la historia y a la foto, imaginarán pues que hoy no podía hablar de otra cosa, porque hay veces que, aunque uno no lo pretenda, la vergüenza y la rabia se unen para buscar soluciones a todas las calamidades que permitimos en este mundo para con nuestros hermanos, los animales. Así que aquí me tienen, con media lágrima y ninguna gana de hacer nada más que poner letra a este milagro, y todo por una bendita suscripción gratuita, quien lo diría…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

nunca mejor dicho

Anónimo dijo...

emocionante amigo. no me di cuenta de lo que echaba de menos tus letras hasta que dejaste de escribir. un abrazo.

marina dijo...

bello escribes, bello eres. todos los dias un escalofrio cuando terminas tus relatos. me haces reir y llorar con una facilidad que me asusta. mil besos

Mariló dijo...

Hijo mio! cuanta sensibilidad! me ha encantado.Un beso.