martes, 26 de octubre de 2010

Kilómetro cero...







Viene bien de cuando en cuando que aparezca en tu camino una voz amable que no te ría las gracias como la mayoría. No haría más caso que el imprescindible si no fuera porque esa persona enganchaba esta página mañana sí mañana también a la espera de unas letras que le hicieran olvidar la dura realidad que le tocaba vivir el resto del tiempo. Les contaré su caso a sabiendas que me traerá alguna reprimenda por no haberla consultado antes, y es por eso que no daré nombres, para que al menos me siga invitando a café y esas pastas rellenas de chocolate que me pirran tanto. 
Julia, pongamos por caso, malvivía en un barrio de una gran ciudad, con una vida hipotecada por cuatro paredes y un techo que le sacaban los ojos cada principio de mes porque un banco le dijo que eso del Euribor subía lo justo. La pobre pasó de pagar seiscientos euros, a medias con su pareja, a mil, por aquello de la crisis del ladrillo. A todo esto, Julia, que trabajaba por nueve euros la hora en una cadena de ropa para niñas guapas, decide a sus treinta y poco que ya era hora de tener un niño, que era el momento, apoyándose en unos ahorrillos y en un trabajo que daba de comer. El tiempo le quitó la razón, como suele pasar. Pero para no aburrirles demasiado, que cada uno tiene lo suyo, pensarán, le resumiré el cotarro en pocas líneas. Al cabo del tiempo, y como esos flashes de las pelis, nos encontramos que Julia, currelas como nadie y de sonrisa dispuesta, por lo del maldito Euribor, se veía incapaz de pagar la hipoteca, vamos,  que no le llegaba ni con su sueldo entero, y encima el marido había perdido el trabajo en la obra, con lo que la situación se tornaba insostenible. A estas que llegan los recibos devueltos y las depresiones, por lo que su pareja decide aceptar un trabajito fino de pasar unos paquetitos de nada hasta la bola de farlopa y le meten en chirona antes que cante un gallo. A ella, aturdida, le sobrepasa el temita y cae en una depre que la tiene sedada las 24 horas del día por algún psiquiatra mamón que decidió que la terapia no era la mejor manera de salir de aquello. En esas que pierde el niño y se ve sola, sin casa, sin pareja, sin un proyecto de vida y, lo que es peor, sin ganas de nada y con la dignidad por los suelos…
Le perdí la vista después de aquello. Se fue con su madre al pueblo para comenzar de nuevo una vida de verdad, o al menos intentarlo, a pesar de todo lo que arrastraba.
Hace poco me la encontré, recuperada, guapa, con su melena larga y esa tez fina que siempre la distinguió de entre las iguales. Me dio un gran abrazo, sincero, y me alegró el día comprobar que todo le marchaba diferente, que había encontrado una manera de salir adelante con lo poco o mucho que le diera la vida. 
Hoy Julia vive en un piso compartido con amigas, trabajando de lo que ha estudiado, al fin, y con toda una aventura vital por delante, ilusionada por haber vuelto de las catacumbas a la superficie, orgullosa de un esfuerzo que ha visto su recompensa. Hará unas horas me llamó para preguntar por mi vida y me reprochó que fuera últimamente tan negativo en mis escritos. Me limité a sonreírle y pasar a otro tema, pero me quedé dándole vueltas al comentario cuando colgué. Estuve varios días sin darle a la tecla por lo mismo, hasta que caí en la cuenta. Es por eso que quiero hacerle caso y comenzar yo también de nuevo, a su imagen y semejanza, salvando las distancias, porque ejemplos como el suyo bien valen un brindis por el camino que está por andar, aunque nos encontremos desanimados, con el alma aburrida, plantados en el mismísimo kilómetro cero…

miércoles, 20 de octubre de 2010

Votos útiles...


Es cada vez más y más probable que vote en las próximas elecciones. Eso que llaman el voto útil, pensé, mientras veía las noticias nacionales en la primera cadena. Pero al pasar a noticias internacionales tras la publicidad me jodieron las intenciones los mamones del telediario. Y es que no sé si se han percatado, pero los vecinos gabachos andan a tortas de unas semanas a esta parte por un pequeño asuntillo referente a las pensiones. Es bien sencillo. La cuestión es que al pequeño Sarkozy y a su gobierno les han dado por proponer bajo decreto ley la jubilación a los 62 años, dos años más de lo que hoy establece la ley francesa. Cágate lorito. Camiones hasta al bola de carburante volteados por piquetes en medio de la carretera, las gasolineras cerradas por falta del oro negro, las calles cortadas por huelguistas y las Universidades gritando justicia ante una crisis que ahoga siempre los mismos barrios. Hablamos de la novena huelga general en pocas  semanas, sin previo aviso y con manifestaciones continuas de gente cabreada pululando por las calles mazo en mano y el grito molesto en la boca. La situación, según los medios, es insostenible. La tensión va en aumento. Los sindicatos no muestran ni un ápice de debilidad, el pueblo los apoya y el gobierno ya no sabe como sofocar los calores. Y todo por subir a 62 la jubilación. Ya ven que minucia…

Por eso debo estar flipando o algo parecido. Porque después uno mira para nuestra querida España, esa España nuestra, y siente vergüenza por formar parte de un país que avisa con dos meses de antelación de huelgas que al final son mentira. Un país con unos políticos que cambian a su antojo la edad de jubilación, retrasándola hasta los 67, y porque más no se puede, por ahora. Vivimos en el país con más paro de Europa, donde más del 50% de los jóvenes titulados andan en sus casas comiéndose la cabeza. Un país con el peor Sistema Educativo posible, y aquí paz y después gloria. Y aquí nadie hace ni dice nada. Miles de funcionarios liberados por los sindicatos para tomar el café tranquilamente en la esquina, filosofando sobre lo bien que se vive en España, ya imaginan, el Sol, la comida y esas cosas. Con un salario mínimo que roza el umbral de la pobreza según la OMS. Un país que posee el índice mayor de escoltas de políticos del mundo, donde las subvenciones se consiguen si tienes a algún tio o un primo en la Administración. Un Senado que se limita a aprobar las leyes que salen del Parlamento, sin una discusión al respecto siquiera,  con el coste económico que supone sostener tanto mandatario de papel. Y así podría estar toda la noche, enumerando una tras otra las imbecilidades de una tierra que cada vez amo menos por culpa de unos cuantos. Pero al menos ya voy teniendo claro mi voto ante las próximas elecciones que están por llegar. Sin dudarlo ni un minuto, ningún voto más útil, Chiquilicuatre presidente. Porque si hay algo bueno en todo esto es que es imposible que la situación empeore. Solo puede mejorar, pase lo que pase, aunque salga Don Rodolfo al mando del cotarro. Me niego a dar mi voto a ningún otro que siga manteniendo esta farsa infumable y vergonzosa que no me hace la menor gracia. Al menos, si sale mi candidato, esto último ya no será un gran problema…

viernes, 15 de octubre de 2010

Es mucho más que eso...


Es mucho más que eso. Es historia y caminos, es olor a lluvia en invierno, carbón quemado. Es su luz de Mayo, atardeceres en la plaza, los niños correteando, los recuerdos. Es su acento descarado, los amigos, su bandera. Es su gente, trasnochar junto a un amor de verano, jurar lo eterno en sus esquinas. Su legado es infinito, partirte el corazón cuando marchas, lágrimas de los que vuelven, las carcajadas, los secretos…

Es morir de fe, creer en imposibles, hacer que ocurra lo inesperado, lo auténtico. Es mecer la Luna de madrugada, sentir valores, la vida y la muerte, ver milagros que suceden. Es aún más, mucho más. Es Abril, ver nacer un potro, los paseos, la infancia. Es su mercado, las aceras, su silencio, el alma de los que la quieren. Es amante porque te besa, esposa pues acompaña, hermana que aconseja, es verbo y cien adjetivos. Es sencilla pero lustrosa, amable y acogedora, pacífica. Es escarcha de diciembre, coplas anónimas en Febrero, vivas de Cruces y murmullo de Agosto. Es tanto como cualquiera, más grande o más pequeña. Es orgullo en la boca, aún si es lejos, honor en la solapa. Son versos de adolescente, las miradas de reojo, ese balón que se escapa, la amistad verdadera. Es su fruta, las manos del campero, ilusión en la siembra, recoger con cariño…

Mi pueblo es mucho más que todo eso. Es perderse entre sus calles a las tantas, su divino silencio, las campanas repicando, las estrellas. Son domingos por la mañana, reflejos de alegría, el Sol y su sombra, sus leyendas. Es volver la vista atrás, ver pasar el tiempo, los que se fueron, los que la amaron. Es quitarse el sombrero, abrazarse a un hijo, las despedidas. Es vivir despacio, un solo latido, tomar el fresco, las sillas en la puerta. Es querer y poder, lienzo de artistas, crear sintiendo. Es tapar la boca de los que la maltratan, huir del miedo, matar vergüenzas. Es jugar a ser libres, sus rincones, sus maneras. Es volver a empezar los lunes, la fatiga, las veredas, la faena, los jornales. Es el pan y el vino, la chacina, los sabores. Son sus madres, su nobleza, flor de jara y su parquecito. Es su feria, los forasteros, los que quedan prendados, las promesas. Es el viento de Septiembre, los primeros fríos, parar el tiempo…

Villarrasa es arte sin quererlo, un fandango desgarrado, una tenue sinfonía, un poema inacabado, un suspiro, la victoria en la derrota, los quehaceres, la rutina. Es juntarlo todo, los lugares y las formas, el tacto de lo íntimo, sus verbenas y su mundo y al poco caer rendido con el vello erizado, saciado de entusiasmo. Y es igual por lo que vengas a mi pueblo, encontrarás  la respuesta de por qué lo habitas. Él te elige a ti sin esperarlo. Los demás sólo ponemos letra a la magia, y aún así parece incompleta al definirla, pero todos sabemos de lo que hablamos, inspiración y deseo, la belleza del instante, mucho más que eso, mil cosas más, qué más da el poeta que lo escriba…

jueves, 14 de octubre de 2010

Igual por ahi se salvan...


A veces me dan la columna hecha. Solo hace falta asomarse a la caja tonta y comprobar la parodia continua con la que nos obsequian a diario los que nos gobiernan. Y tienes que tragarte en la sobremesa a la clase política dando palmadas en la espalda a cada pobre minero que van sacando del agujero, con esa sonrisa autocomplaciente de quien se cree salvador del cotarro de turno. Y tan panchos, oiga. Los mismos  que mantienen en condiciones precarias la industria minera del país son los que acuden raudos y veloces al centro del desierto de Atacama con tal de salir guapos en la foto y de paso gritar Chile tres veces, que eso gana votos y buena imagen, si no les dan un Nobel de la Paz o un Principe de Asturias, ahora que están baratos...

La llevamos clara, miremos por donde lo miremos. Es por eso que, de un tiempo a esta parte, evitando envenenarme demasiado, me invento en mi cabeza situaciones surrealistas para suavizar el efecto alucinógeno que me provoca tanto caradura. Y hoy le di vueltas a la posibilidad de que una nave nodriza del universo alpha gamma aparcada en Barbate hubiera esparcido marcianitos verdes con antenas por todo nuestro planeta a fin de estudiar la conducta humana. Imaginen el pastel; -Oye, que quedamos la semana que viene a esta hora y nos contamos…-  -Vale, vale, yo tiro para Chile, tu vete para el Condado Congoliano, ya nos vemos…

Y claro, nada que ver. A la semana, camino de vuelta por la antigua senda de Tarifa se encuentran de nuevo y se cuentan la película. Uno que si ha visto a medio mundo pendiente de 33 tíos metidos en un agujero, con las teles a machete para sacar la imagen del año y todos felices sintiéndonos héroes. Y el otro con cara extrañada, el que fue al Congo,  contando cómo se pasan por la piedra sin piedad a pobres negritos y la madre que los pario, dejados de la mano de Dios a base de bien en medio de la nada... 

Y, ya a las puertas de Barbate, se van oyendo las voces de unos, que si el Caso Malaya, otros hablando mal de Zapatero, de Rajoy, del paro, un grupito cantando en catalán Mediterráneo y todos patidifusos de las cosas tan diferentes que han visto… Y cuando más seguros están de largarse de nuestra  porqueriza  convencidos de que no tenemos solución, llegan donde estaba la nave y ni rastro. Se la han llevado los de la Zona Azul a vaya usted a saber donde por no poner el papelito en el salpicadero y cumplir con el deber ciudadano de cualquier galaxia del universo entero. Y allí quedan pasmados, hasta que el marcianito que fue a Chile se sube a una piedra y les dice a los demás que sabe de un agujero a seiscientos metros de profundidad que, con un poco de suerte, no lo tapan y pueden todavía aprovecharlo. Y así será, al menos mientras no lo alquilen a dos duros a algún grupo de pobres inmigrantes ilegales que anden vagueando, aunque por ahí igual se salvan nuestros queridos amigos verdes. Van apañados en cualquier caso…

lunes, 11 de octubre de 2010

Mundos reales y mundos de mentira...


No hace mucho que un amigo, entre copas, con la desvergüenza típica que da la confianza, me decía a sabiendas del desaire que mi viaje por el Guadalquivir me hacía rozar un mundo de ilusiones y melancolía que dista mucho de ser real, que la vida es otro rollo, ya saben, madrugones y esas cosas… Hacía poco aún de mi llegada a Sanlúcar y andaba todavía algo aturdido de tanta aventura en tan poco tiempo y todos los recuerdos imborrables de un camino excelso, y no acerté a otra cosa, en aquel momento, que a asentir ante el comentario y no reprobar sus palabras. 

Pero fueron pasando las semanas de verano y esa frase me iba deshilachando las ganas de compartir mi travesía con quien tenía a bien preguntarme al respecto, como si resonara con más vigor cada vez que la rememoraba en mi cabeza. Fue entonces cuando decidí poner más atención a los detalles, los detalles del mundo “real”, el lugar que habitamos cada día con sus mismos quehaceres y maneras. Me intrigaba conocer cómo el ser humano podía acostumbrarse a lo mismo de siempre, por anodino que fuera, a fuerza de repetir lo infumable y ver como otros también lo hacen y se conforman. No lo comprendía. Porque, si bien he luchado en esa misma batalla media vida, siempre tuve la esperanza de escapar alguna mañana y sentir que hacia algo auténtico, y, en cuanto tuve la oportunidad, no pude sino aprovecharla. Estaba yo equivocado en algo, y esa frase así lo atestiguaba. No todos los humanos poseen ese anhelo puro de escuchar lo que el corazón les dicta, y, más aún, no todos entienden que los demás tengamos esa sensibilidad hacia lo desconocido. 

Pero ya que han pasado unos meses, ahora que puedo opinar con la perspectiva que da el tiempo, sé positivamente que mi amigo iba bien desencaminado. Habiendo observado lo suficiente, he podido caer en la cuenta que el “mal llamado” mundo real entiende más de mentiras que de verdades, que trabajamos cientos de horas en cosas que no nos gustan, viajando por donde nos han dicho, comiendo lo que nos recomienda la carta y mirándonos al espejo cada noche pensando que nos falta algo, y encima poniendo buena cara en el día a día. No amigo, formaré parte de tu mundo durante mucho, desde luego, porque quiero disfrutar las cosas buenas que tienes a la mano si le das un sentido digno, verbo que ya pocos conjugan, pero seguiré sintiendo por bastante tiempo, quizás mas allá del final de mis días, que existe un atajo a la felicidad que nunca debe caer en el olvido, un caminar libre, propio de lo humano pero tiznado de divino que nos acerca a nuestro centro si estamos dispuestos a poner la oreja y abrir bien la mente, y con esa actitud vengo ahora a tu mundo, convencido de pisar fuerte ante una senda más que resbaladiza y llena de peligros, los peligros del alma y de quienes no creen en ella ni de lejos, los mismos que siguen un camino que no les lleva a nada más que criticar entre copas y ver la vida pasando ante sus ojos…