sábado, 29 de mayo de 2010

Día 20. Sanlúcar de Barrameda. Es de todos...

Todo era distinto hoy. Desperté dos minutos antes de que mi reloj sonara, y es que un gallo parecía conocer el horario de salida del trayecto de esta calurosa madrugada. Con su canturreo abrí los ojos y ya quedé mirando al techo rememorando lo que podría ser una magnífica jornada. Pronto caía en la cuenta, mientras recogía por última vez la mochila y me detenía a organizar las cosas, de que hoy despediría todas esas sensaciones de primera hora que tanta fatiga han supuesto días atrás. Estoy bien seguro de que cuando pasen las semanas y de nuevo me acomode a la vida sedentaria a la que estoy acostumbrado echaré de menos todas esas horas donde el cansancio y la desgana comandaban mis intenciones. En todo eso pensaba mientras cerraba la cremallera, alzando una mirada nostálgica al quicio de la ventana donde se dejaba entrever una Luna Llena bella como nunca me había parecido.

Así me encaminé hacia mi destino final, Sanlúcar, camposanto de un Río Guadalquivir olvidado por tantas generaciones que se enamoraron en su ribera sin saber toda la magia que destila en cada meandro. Nuestra tierra le debe mucho, por historia, pero además también por ser condicionante del paisaje y las labores que los habitantes de las lindes realizan, y de la que no somos conscientes del todo muchas veces.

Pero como os decía antes, hoy era diferente, por mucho que los caminos fueran maltrechos y tuviera pode delante kilómetros y kilómetros de asfalto. Hoy llegaba al final de mi travesía, veinte días que parecen ahora un sueño lejano, tiempo para aprender de uno mismo y los que me iba a encontrando, un disfrute continuo e intenso donde he exprimido cada instante, a buen seguro. Sanlúcar llegó antes de lo previsto, alcanzada por unas piernas que hasta el último segundo me han sorprendido gratamente. Pronto me contagié de sus calles, de ese olor a frito del sábado al mediodía que me hace revivir épocas de mercadeo y pícaros hurgando en las esquinas la manera de buscarse el pan.

Así llegué a la Plaza del Cabildo, con el paso cambiado, sintiéndome raro por pisar unas calles ansiadas por cada uno de mis órganos, obnubilado por esa lágrima traviesa que no me permitía estar todo lo atento que quisiera a las indicaciones que me daban para llegar al final de mi viaje. Pero como aliado con la suerte y la buena fe del caminante, el empedrado se iba cerrando y se presentaba ante mí un maravilloso palmeral engalanado con buganvillas. Entre el gentío, aparecían los míos, mis padres y Paloma, para darme el abrazo esperado de la llegada, emocionados y orgullosos.

Se acaba así la mejor aventura que viví, poniendo fin a mis letras con un simple hasta luego y el más sentido agradecimiento a todos aquellos que apoyaron mi senda con humanas palabras de ánimo que me permitieron seguir adelante y cumplir un sueño, que ya es de todos.

Cansado pero feliz me despido. Un fuerte abrazo.

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

viernes, 28 de mayo de 2010

Día 19. Trebujena. Cuestión de Honor...

Es una cuestión de honor. Hoy llegué a Trebujena entre brisas, donde haré mi última noche. Parece casi mentira, tantos días andando y ya termina una aventura que, como dije ayer, ha despertado en mí emociones que ya tenía olvidadas. Se me antoja lejana Cazorla, aunque en todo este tiempo luchando contra el camino no he perdido un ápice de ilusión por cansado o triste que estuviera. Nunca me abandonaron mis ganas de seguir con dignidad esta travesía que formará parte de los bellos recuerdos que uno se llevará al otro barrio cuando llegue mi día. Y es que, en realidad, así entiendo la vida, como una sarta de vivencias que me dejen buen sabor de boca, auténticas y algo rebeldes, como mi espíritu. La verdad es que, a pesar de los malos instantes, que han sido muchos y duros, pueden creerme, la experiencia en la que me embarqué hace ya tres semanas la recomiendo encarecidamente a todo aquel que pretenda ver algo de mundo y de paso conocerse un poquito mejor. Y para eso, no es necesario coger un avión y plantarse en el otro lado del planeta, como podeis comprobar. No hace falta más que una mochila llena de ilusión y ganas de vivir, además de una gran dosis de humildad para sobrellevar las inclemencias del camino. Les aseguro que merece la pena, y todo por menos de lo que cuesta unas buenas gafas de Sol o ese móvil último modelo al que le tiene echado el ojo. El coste económico ha sido ridículo comparado con las anécdotas y buenos ratos que me llevo, por increíble que parezca. Eso sin contar las buenas palabras que recibí de todos los que me apoyaron a seguir adelante, que fueron abrigo más de lo que imaginais en los momentos malos.

Hasta Trebujena más de lo mismo. He entrado al fin en la provincia de Cádiz con Sánlucar a tiro de piedra y aún no termino de creérmelo. Mis piernas ya casi no me responden y mi conciencia flaquea a cada minuto, pero me queda un hilo de orgullo que exprimiré hasta lo indecible para llegar a mi destino. Me quedan apenas veintidós kilómetros de casi seiscientos que tenía previsto hacer, y, aunque parezca poco lo que me falta para finalizar, no de estoy seguro a esta hora de la tarde de que mañana pueda terminarlos. La única razón mi existencia, en este día de Mayo, radica en aparecer por la Plaza del Cabildo de Sanlúcar a eso de las 2 de la tarde, si no me engañan mis cálculos, y poder girar la vista a los míos. Ahí todo habrá acabado. Una cuestión de honor amigos, por sangre que tenga que derramar, por vergüenzas que tenga que desentrañar, por lo que Dios más quiera...


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

jueves, 27 de mayo de 2010

Día 18.Lebrija. Libre, más que libre...

Es una pena. Es una pena que estemos sometidos por unos cuantos mediocres que venderían a su madre al mejor postor si fuera necesario con tal de seguir recibiendo aplausos. Es una pena que nos tengan convencidos de que lo mejor es cumplir con las obligaciones y deberes sociales para escribir sus nombres en una urna y seguir manteniendo el lamentable cotarro. Es una pena que pasen los años y no terminemos de plantearnos si somos libres de verdad para decidir lo que queremos, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestros políticos y hasta lo que nos gusta llevar puesto. Pero al contrario. A poco que caigas en las redes de lo establecido te sumerges en un mentidero de pagos y angustia del que no podrás salir a menos que no te importe lo que pensarán de tí los que te rodean, un precio demasiado alto para el común de los mortales, entre los que me cuento.

En mi camino he atravesado pueblos de todos los colores, gobernados por unos y por otros, y llego a la conclusión de que, si bien puede haber matices, a la mayoría de los que nos mandan les mueve la necesidad de sentir que tienen el Poder, de que manejan los hilos y lo que se cuece entre los suyos. Me ha sido bien fácil percatarme. Sólo he tenido que hablar con la gente de la calle, los que conocen de primera mano la problemática de su tierra. Y todos vienen a decir más o menos lo mismo, que se sienten engañados y estafados por promesas electorales que nunca llegaron a nada.

Pero existe aún una especie peor en nuestra sociedad libre. Se trata de aquel ciudadano, de derechas o de izquierdas, que eso me da igual, que bebe los vientos por cada gesto que hace su partido, en el signo que sea, congratulándose de los éxitos como suyos y culpando al de enfrente si la cosa anda negra. Los denomino talibanes, y es que parecen fanáticos al posicionarse del lado de un grupo para toda la vida, hagan lo que hagan, con la misma fe y arresto con la que animan a su club prefeferido, cuando la Democracia se inventó para todo lo contrario, para formar personas libres e independientes con capacidad de decisión.

Os suelto esta reflexión por cuestión simple. Hoy viniendo de Las Cabezas hasta Lebrija tuve que jugarme la vida, literal, por el arcén de la carretera que une ambas localidades porque a un concejal le dió por escatimar en su día en una senda verde que creía inútil. Y no es que crea que dicha senda es prioridad. Por supuesto, antes existen una serie de necesidades como es la inversión en puestos de trabajo, en agricultura, en subvenciones, etc. Pero si paras en una Venta a retomar fuerzas, en medio del camino de la muerte, y en la misma barra del bar te dan pelos y señales de cómo ese mismo concejal, sin poder comprobarse, se las arregló para hacerse una verea hasta su casa de campo con dinero municipal porque le venía bien, con un coste similar a lo que hubiera costado la que yo reclamo, que es la lógica, entonces es cuando te llevan los demonios y te acuerdas de la madre de ese malnacido que juega con los dineros de su pueblo. Y casos como éste me los encuentro a pares por nuestras tierras, pueden creerme.

Y es así como, lo que, en un principio, parecía que iba a ser un día agradable y tranquilo, se ha convertido por desgracia en una difícil jornada rozando turismos y camiones que me hubieran borrado del mapa con un simple descuido. Como entenderán, hoy no tengo el ánimo para mucho más. Ya sólo miro hacia Sanlúcar, final de un trayecto que, para bien y para mal, me ha mostrado las vergüenzas de una tierra, la nuestra, que muchas veces me entristece. Depende de nosotros darle la vuelta a la tortilla y creernos más libres para decidir lo que queremos y a quien queremos cerca, en todos los sentidos, aunque, a día de hoy, se me antoje una vaga utopía...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

miércoles, 26 de mayo de 2010

Día 17. Las Cabezas de San Juan. Significados...

Hoy levanté más tarde de lo habitual. Vinieron a verme amigos para cenar juntos y las risas no nos dejaban marchar. Los buenos ratos bien valieron la pena, a pesar de las horas de Sol que tuve que soportar esta mañana. Tocaba llegar a Las Cabezas de San Juan, pueblo que descansa en medio de la campiña, gobernado por su iglesia, que otea el horizonte desde lo más alto del municipio. Los pies y las fuerzas ya no me acompañan tanto como hasta hace un tiempo, y, por eso, intento evadirme del dolor dejando la mente en blanco u ocupándola con trivialidades que no me llevan a nada más que a esquivar la amarga sensación que me enervan mis extremidades. Así kilómetros y kilómetros bajo el mismo cielo.

Pasa habitualmente por estos lares que se me presenta por delante una larga recta la cual no atisbas el final, mutilando así la moral mas poderosa, y es que no pareces avanzar prácticamente nada. En esas, un simple cruce o un desvío que cambie el paisaje que recorres lo celebras con una gran alegría. Es curioso como el ser humano parece adaptarse a todo a la vez que se aburre rápido de lo que tiene ante los morros. Si algo he aprendido de esta aventura es que los límites humanos son maleables por nosotros mismos, aunque el precio que haya que pagar sea demasiado alto para conciencias dispuestas a poco sacrificio. Eso y la soledad de la senda te puede hacer enloquecer, más si eres impaciente como yo, pero aprendes a controlar ese sentimiento con una gran dosis de reflexión y unos cuantos tragos de saliva. El esfuerzo siempre merece la pena. Superar esos problemas y ganarle la batalla a uno mismo lo considero un éxito total, más si cabe en un mundo, en el que vivimos, en el que el bienestar, visto como la falta de malos instantes, ocupa el trono de nuestros anhelos más profundos. Conviene luchar en una guerra de las sensaciones de la que, a poco que nos mantengamos en guardia, saldremos finalmente victoriosos, pueden estar seguros.

El camino bien está sirviendo,además, para darme cuenta de qué y quienes tenemos cerca, personajes de lo más variopinto, desde el amable anciano que se acerca con una sonrisa para preguntarme por mi próximo destino hasta el horrible niñato que me pasa a dos palmos en su buga tuneado excediendo diez veces el límite de velocidad que le marca el trayecto, como queriendo llegar rápido a ningún lado, que es realmente a donde se dirigen...

Todo se mezcla por aquí, los sentimientos y las emociones no iban a ser menos. Puedes pasar en un segundo de la ternura más bella al odio más siniestro, para volver al poco a la sonrisa y a la lágrima. Experimentas curiosidad, melancolía, miedo, y todas las expresiones que puedas imaginar, aunque se hace determinante el ánimo con el que afrontes los problemas. En alguna me la he visto negra y sin embargo he salido del atolladero con solvencia y animoso, mientras que, otra veces, en situaciones menos confusas a priori, he sufrido en carnes la desolación y desespero más absoluto, y todo por estar algo más decaído. Esa enseñanza me la ha propuesto también mi aventura, el darme cuenta que los problemas no son tan importantes, al menos no tan decisivos, y por tanto no nos debemos centrar demasiado en ellos. Sí, sin embargo, deberíamos dedicar tiempo y ganas a la manera que los enfrentamos, a las habilidades que ponemos en juego o desarrollamos para salir airosos de cualquier agujero. Creo que puede ser una de las claves para sentirnos algo más independientes y felices, sin dejar de ser genuinos.

Mañana continúo hasta Lebrija, un día más y un día menos de una aventura que culminará pronto en tierras sanluqueñas, momento que diré adios a un camino que ha despertado rincones de mi mente que tenía bien dormidos, y que ahora resuenan con fuerza, como esos cuentos a los que les sigues encontrando significado muchos años más tarde de haberlos leídos...


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

martes, 25 de mayo de 2010

Día 16.Los Palacios. Abrazos y sudor...

Nunca le gustaron los homenajes. Su cualidad reside en su humildad. Se llama Manuel Jesús y los amigos lo conocemos como Canovita. Sin hacer ruído vino a darme ánimos a Los Palacios y mi corazón le estará eternamente agradecido porque me dió más fuerzas si cabe para el final de mi aventura con su simple gesto, más de lo que él imagina...

Fue un día difícil, desgastado por los kilómetros que mi cuerpo lleva encima y los amagos de abandono que atrás quedaron. Dejaba Sevilla con la nostalgia de quien deja una patria que nunca perderá de vista, a pesar de los días de soledad y las horas en medio de la nada. Atravesé el río con la mirada perdida, ensimismado en el ganado que pastaba paciente en las lindes de mi verea, inventando Sanlúcar a la vuelta de la esquina para dar descanso a un alma fatigada pero poderosa. En buena lid permanecí durante horas, casi inerte, luchando conta las magulladuras de mi cuerpo que me hacen estar alerta para no terminar mi aventura antes de tiempo. Para estas tierras las llagas gobiernan cada palmo de mi piel, pero mi desempeño ya sólo conoce infinitos, y eso me hace invencible, por extenso que sea el horizonte que se me presente. Mi valor ha crecido hasta el punto que no doy permiso a mis nervios para sentir dolor, que es lo que desean gritar, combatiendo sus cantos de guerra con sonrisas,inventadas a cada paso ante el temor a quedarme sin un destino que me pertenece, por más que valga cien años de dolor y lamento....

Con esa premisa seguí la senda de la Vía Augusta, esquivando las dudas, intentando dar sentido a cada zancada a la vez que acallaba mis vergüenzas, que claman más que nunca venganza por tanto sometimiento ante una simple ilusión que, probablemente, olvidará el mundo al poco. Pero la fe es más fuerte que todo, y tras ella hago mi huella...

Arrastro mi cuerpo como despojos, pero prometo no cesar en mi empeño, como los héroes que se batieron hasta la muerte en sueños inalcanzables, como esos imposibles que suceden a cada instante y en los que no reparamos hasta que no nos tocan de cerca. Hoy firmo mi camino como un bello milagro, ejemplo rebelde del que os hago partícipes, tanto por aguantar mis palabras, que cada vez significan menos, como por soportar la angustia que me lleva hacia la nada, que para mí es todo...

Hace mucho que se me acabaron las lágrimas y la sangre, sólo me queda el sudor de mi frente para reencontrarnos, eso y mis ganas de abrazaros a todos....


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

lunes, 24 de mayo de 2010

Día 15.Sevilla. Nieblas que quedan en nada...

Me había inventado mil veces en mi cabeza la entrada en Sevilla. Había suspirado otras tantas por bañarme en ese olor a azahar que la ciudad destila en esta época del año. Guardaba esperanza de tener las fuerzas suficientes para alzar la vista y divisar la Giralda en lo lejos. Pero fue mucho más de lo esperado, y si no que valgan unas letras...

Caminé desde temprano entre brumas que cegaban, ocultando la senda, embotando mi pulso por no dejarme ver el camino. Con fe y paciencia fui siguiendo los mapas, agarrándome a señales que indicaban mi buen rumbo. Fueron momentos tensos, y es que mucho rato desconocía mi posición exacta, con esa mala niebla que no se iba, enrevesando aún más las vereas y mis intenciones, si cabe. Ni siquiera el Sol me orientaba, aún débil para dar consejo sobre mis pasos. La angustia entonces dominaba, ya sabiéndome perdido...

Y ocurrió el milagro. Un halo de luz apareció vigoroso y deshizo en un segundo las tinieblas, dejándome a la vista la mejor imagen que jamás ví nunca, Sevilla, que lejos descansaba entre nubes, imperial y hermosa. Ya sólo tuve que dejarme llevar hasta mi destino. Recuerdo que los últimos metros los hice gritando de alegría, ya casi al trote, a pesar de la pesadez de mis piernas, llevado por la emoción y las ganas de reencontrarme con la ciudad que me vio hacerme un hombre. Ocho horas de travesía acababan al fin, como una muesca ya de tantas. Y tarde me veo escribiendo, borracho de sensaciones que no acabarán el sábado, de eso estoy seguro. No me quedan letras ni palabras, sólo mi sonrisa por verme más cerca de Sanlúcar y de vosotros...

Vivir muriendo y morir viviendo, como un día dije. Así juego con mis días, aunque no me quede ni un gramo de fuerza... y aún así, mañana Los Palacios, aunque valga mi memoria...


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

domingo, 23 de mayo de 2010

Día 14.Carmona. Tanto en tan poco...

Poner letras al camino. En esa ardua tarea me encuentro, sabiendo de antemano que su definición siempre quedará incompleta, pues no se han inventado aún palabras que atisben siquiera el significado de una aventura que remueve las sensibilidades más ásperas. Inútil me veo al presentar amaneceres que no darán lugar jamás al olvido, volar despierto entre lomas verdes que parecen esperarme. Soy incapaz de contarles el silencio de las vereas de primera hora, la mezcla de colores del horizonte cuando nace un nuevo día. No les puedo relatar, ni de lejos, la bondad de quienes me encontré, los saludos cómplices, las risas y los chascarrillos. No sé explicaros los momentos de soledad, la fatiga acumulada en unas piernas que no dejan de sorprenderme, los aullidos en medio de la noche, las huellas de lo salvaje. Quisiera deciros todo, desde que levanto hasta que me acuesto, las plazas de nuestros pueblos andaluces, las calles encaladas, los niños correteando, los versos de otra época, los poetas que recorrieron esta santa tierra, los sabores, los acentos, las manías, los olores. Acercaros con cuatro letras la ilusiones que me gobiernan, los ratos amargos, las horas muertas y los golpes a la pared, los tachones, mi tristeza, las llamadas a mi familia, los ánimos de mis amigos, los sueños con Sanlúcar, mi río que me acompaña, los libros de historia, las miradas...

Daría una vida por que conociérais a Lucía y su familia, su buen hacer con el peregrino, a Agustín y su morriña, la fuerza de Josemi, a Alba y su sonrisa, a Jesús y su gesto responsable, a los suecos y su maravillosa posada, a Juan Carlos, a las gemelas y a mil corazones más que atrás dejé. No sé pintar el mundo que llevo visto, la lluvia sobre mi cara, el Sol quemando mi cuello, las caras, los mensajes, la emoción de mi madre, el orgullo de mi padre, la voz de mi hermana, las palabras de mi hermano, el cariño de Paloma, las frases de Claudio, de Virginia, de mi Tía Inma, de Reme, de Juan, de May y de mi gente, las entradas que marcharon sin dejar rastro, los instantes escribiendo gratitud...

Hoy sólo puedo contaros lo que sabeis, que llegué a Carmona entre gotas de sudor, creyéndome invencible porque cada segundo es uno menos hacia mi destino final. Paloma vino a salvarme cuando más negro lo veía, fiel escudera que vela por mis días, mi pecado favorito, la excepción que encontré al volver de una esquina y le prometí mi alma, construyendo entre los dos la mejor de mis aventuras, la nuestra...

Me queda deciros, en esta calurosa tarde, que cuento mis pasos como los vuestros, midiendo cada pisada procurando no caer en desvaríos. Más que nunca os siento cerca, a horas de entrar en Sevilla, donde el río descansa para enfilar rumbo sur y morir a orillas del Atlántico, como mi mágica travesía, que es de todos.

Un relato más que acaba y sigo sin lograrlo, por más que quiera, y es que explicar tanto, en tan poco, parece imposible, a la vez que humano. Un abrazo...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

sábado, 22 de mayo de 2010

Día 13.Lora del Río. Malos tiempos...

La vega del río fue hoy amable. Los caminos me han llevado a Lora sin muchos problemas a parte de los 28 kilómetros que marca mi podómetro, y he podido descansar de decisiones sobre qué senda elegir e ir esquivando piedras que hacen polvo los tobillos. Cuestión simplemente de seguir andando y llegar a mi destino, como pocas veces ha ocurrido. Esa tranquilidad me ha posibilitado dejarme llevar un poco por las sensaciones y reflexionar sobre lo que me he encontrado hasta ahora en mi aventura, y la verdad es que a uno se le cae el alma al suelo al comprobar que la cosa está muy pero que muy mala. Y ahora vienen los políticos con las rebajas, algo tarde, créanme, para el daño que ya está hecho. Desde Cazorla vengo observando síntomas que dan buena cuenta del problema que tenemos entre manos. Fundamentalmente la desigualdad tan enorme que existe entre la clase alta y la media, no digamos la baja. He visto pensionistas, muchísimos, malviviendo con cuatrocientos euros que de antemano tienen repartidos en pagaderos insulsos. He visto padres de familia echando doce horas para acercar un plato a la mesa de su familia, madres vistiendo trapitos al por mayor y chavales trabajando en el campo a primera hora de la mañana. Y en ese punto tienes dos opciones. O pensar, bah! se lo han merecido! Por no haber puesto empeño en su momento, eso o pensarlo un poco más y llegar a conclusiones que dan miedo. Juguemos a no engañarnos.

La realidad es que quizás hayan tenido muchas menos opciones que quien les habla para asomar la cabeza un poco y vivir con un mínimo de dignidad. Y no se equivoquen, dignidad no es tener hipoteca y ropa de domingos. Dignidad no es irse a la playa de vacaciones o celebrar la comunión del retoño. Señores, dignidad es sentirse vivo, tener tiempo para dedicarse a uno mismo, participar de las actividades del pueblo de turno con convencimiento de formar parte de una cultura sana, de sus ferias y sus romerias, pero sin tener que acudir al exceso, de alcohol o de lo que sea para poder disfrutarlas. Dignidad es no tener que mirar al suelo ante el poderoso ni ir mendigando jornales al cacique que se jacta del Mercedes último modelo que tiene en la puerta.

Y de aquellos lodos... y es cuando aparece gente que sobrevive a base del miedo, y eso les hace temer cuanto les rodea, descuidando la educación y las formas por la desconfianza que le genera todo lo que se mueve a su alrededor. No se equivoquen, clases sociales solo hay una, la alta. Las demás son subclases que pagan los platos rotos de los otros, buscando entre la basura las migajas de unos cuantos que viven mejor que quieren y aún así sonríen con desprecio.

Pero hay una cosa que no termino de entender. No comprendo cómo nadie se rebela ante eso. Me refiero a los que no tienen nada o poco que perder, a los acogotados por el poder del maleante que huele a Channel. Viviendo puerta con puerta con ellos, a dos pasos en la misma acera. No me explico cómo nadie se atreve a alzar la voz o el puño contra gentuza que vive del engaño. Debería estar mal vista la opulencia, herencia de otra época que aquí en Andalucía venimos sufriendo hace siglos, da igual el color político del alcalde que mande en el ayuntamiento, de eso estoy seguro. No sé si es que no sabemos que ahí al lado, en Europa, hay regiones en las que se gana más del doble, con la mitad de recursos de los que tenemos aquí. No sé si sabemos que tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos, de cambiar a quienes nos dirigen, y no sólo con echar una papeleta cada cuatro años en una urna. Pero en vez de eso, entonamos el virgencita que me quede como estoy y esperamos a la siguiente juerga para olvidarnos de nuestros pecados y contribuir al engaño más antiguo de todos los tiempos.

Y en cada pueblo se repite la estampa. Los mismos caciques, los mismos descamisados, y la misma sensación de impotencia que me corroe por ver una patria, la mía, deshacerse en pedacitos porque no nos pusimos deacuerdo en lo esencial. La vida es mucho más que un horario de Lunes a Viernes, un sueldo a final de mes, tristeza los domingos y alguna lágrima cuando sale la virgen de tu pueblo. La vida está para vivirla, y si bien hace falta ganar cuartos para poder disfrutarla, creo que el secreto está en dar sentido a cada minuto que respiras, ya sea trabajando o de juerga, porque dejarse llevar es el peor deshonor que existe, morir en vida sin darte cuenta de que tu camino puede ser verdaderamente maravilloso si te atreves a aprovecharlo, por piedras y alimañas que lo crucen...

Perdonen la arenga. Lora del Río, fiel ejemplo de lo que hablo bien merecía un desahogo en forma de letras. Mañana llego a Carmona, despidíéndome del Guadalquivir hasta que me reencuentre con él, el Lunes en Sevilla. Sanlúcar se me aparece en sueños, sueños cada vez más nítidos, a pesar de mis piernas y mi conciencia, resquebrajada por lo que tiene que ver en cada zancada...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

viernes, 21 de mayo de 2010

Día 12.Palma del Río. Vías imposibles...

A la puerta del camino que me conduciría tras mucho a Palma del Río. Allí me dejaron mis padres mochila en ristre, temerosos pero confiados, como quien está seguro del volar de su polluelo a pesar del monzón más inclemente. Así partía, tras un día entero disfrutando de Almodóvar y su castillo, compartiendo salmorejos y croquetas típicas, manjares sólo comparables con la calidad del trato del tabernero que tuvo a bien cocinarnos. Y mucho calor, desde luego, y es que parece haberse instalado el sofoco a este lado de la campiña, a la vera del río, y me da la sensación que no me abandonará hasta que no tenga a la vista tierras gaditanas, limando de a poco unas fuerzas que, si bien justas, han renacido con vigor renovado después de una visita más que confortable.

El camino de hoy fue difícil. El ánimo me era cómplice y el paisaje no lo era menos, pero no me acompaña los últimos días la suerte a la hora de elegir las sendas, y es que la cosa difiere mucho entre lo que marcan los mapas y lo que te vas encontrando después. Más de una vez tuve que acortar a través de la vía del tren, que es el camino si bien más corto para llegar a cualquier sitio, pero el más tedioso de seguir por las piedras y los huecos que las recorre, aumentando los riegos de una lesión que cercenaría las posibilidades de finalizar con atino mi aventura. Es por eso que sólo las sigo si no hay otra manera de cruzar hacia algún lado, y sólo si aún me veo atento para prestar atención a los avatares de cada pisada en ese terreno complicado.

Tras la vega del río, al fondo de una verea interminable de arbustos que no prestaban sombra aparecía Palma, pueblo en estrecha relación con el río, como todos los que me encuentro a mi paso. Al poco me percaté de que estaba en fiestas. Los comercios aún cerrados y la resaca de la noche anterior en forma de papelillos en las aceras atestiguaban una madrugada lúdica prorrogada hasta altas horas. Fiel a mi itinerario de todos los días me apresuré a buscar la biblioteca pero permanecía cerrada en este día festivo. Un contratiempo más, y es que uno de los grandes problemas que me estoy encontrando es a la hora de subir las fotos cada día y hacer algún resumen de mi jornada. Las bibliotecas de nuestra Andalucía, a pesar de la red Guadalinex que se implantó hace bien poco para que todas las poblaciones tuvieran internet, carece de una calidad medianamente motivante a hacer uso de ellas. Tanto es así que me he valido de los típicos locutorios regentados por inmigrantes y lugares por el estilo para realizar mi tarea diaria de manteneros informados. Es triste, ya entrados en el siglo XXI, que no exista una mejor infraestructura en este sentido, pero es que llueve sobre mojado, con ésta y con otras muchas cosas, mas no será hoy el día de hacer política...

Así me fue en Palma, un día más en una aventura que ya pesa pero que parece más cerca del final a cada paso, impensable hasta hace bien poco. Dejo la provincia de Córdoba con la sensación de haber disfrutado de unos lugares que guardan una historia que ha marcado el devenir del mundo tal y como lo conocemos, importante para entender la relación del río, de nuestro río, con nosotros mismos y nuestras costumbres. Buena gente y buen comer, de corte humilde, defensores de sus tradiciones y sus pueblos, agradable para con el viajero y orgullosos de su hermosa tierra. Mañana Lora del Río, si los mapas no me engañan y mis fuerzas no flaquean, Dios no lo quiera...



Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

jueves, 20 de mayo de 2010

Día 11. Almodóvar del Río. Mis ángeles de la guarda...

Como esos cuentos de hojas gastadas y amarillentas. Como esos cantos juglares que se escuchaban en las plazas del medievo. Como esos amores furtivos de los relatos de caballeros y princesas. A eso huele Almodóvar. A esos cantares de amores imposibles y deseo desbordado a la sombra de un viejo roble, al valor de un ducho hidalgo portando la pesada fusta que le salvará la vida. Y terminas reviviendo los valores de antaño, el honor, la gallardía, la nobleza, las artes, y hasta rozas las bajas pasiones, la traición, el vano orgullo, la locura desmesurada, el dolor por la injusticia, y todo sin salir de tu propia cabeza...

Enfilé la vega del río desde Córdoba, girando la vista atrás melancólico por perder de vista una ciudad que me había cautivado, de simiente mora, teñida de sangre califa y versos anónimos que enamoran. Caminaba con brío, a pesar del Sol y su gracia, y es que al final del trayecto sabía de un hermoso castillo que me esperaba para hacer volar mi imaginación como de costumbre. Hoy no hubo cansancio en la caminata, por muchos kilómetros y sendas equivocadas que tuve que lidiar a mi paso. Hoy no hubo flaqueza ni desvarío, sólo fuerza y ánimo, y por eso lo quiero celebrar con vosotros, amigos, que sois legión fiel a mis letras como yo a vuestras palabras de aliento.

Sin tiempo para pensar demasiado, cuando las sombras se me escapaban y el agua del río me era esquiva, aparecía exultante el castillo de Almodóvar en la lejanía, firme soberano de un pueblo encalado que se presentaba sencillo a la falda de la colina. Las buenas sensaciones aparecían entonces, sonriendo por un objetivo al que me acerco con cada paso, cuando, hasta hace bien poco, no daba un duro por mis tullidas intenciones. Y aunque la travesía hasta el pueblo fue casi dramática, sin dos gotas de agua y con la inseguridad de saber si la verea que iba siguiendo me llevaría a mis destino, no decaí ni un sólo instante, y es que cada día confío más en mantener la moral alta para no desfallecer en alguna cuneta extraviada, y eso me hace invencible por escabrosa que sea la dificultad que se atraviese en mi camino.

El premio a tanto esfuerzo fue justo. A las puertas de la calle Barca, bajando por Homero, aparecían ante mi mirada mis padres, emocionados, que esperaban para darme un abrazo sentido tras tantos días de soledad e incertidumbre. Portaban entre lágrimas el mensaje de los que me estiman, jugando a ser dignos emisarios de esperanza y valentía. Y aquí me hallo, escribiendo gratitud, con el depósito de las ganas de continuar lleno hasta los topes y la sensación de que este viaje no solo me pertenece a mí, sino a mucha gente que cuida de mis pasos y vela por mi senda, como ángeles de la guarda que cada vez siento más cerca y a los que ahora debo tanto...


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

miércoles, 19 de mayo de 2010

Día 10.Córdoba. Bella y Eterna...

Fueron muchas las piedras del camino, demasiadas las lomas teñidas de verde donde la verea se perdía en el horizonte, cientos los momentos malos sopesando el abandono. Pero hoy corría una brisa suave que hacía agradable el paso, permitiéndome disfrutar de los momentos y los olores. Incluso me he atrevido a mojar los pies en un riachuelo de aguas claras que ha aliviado el sofoco de la mañana. Es por eso que he llegado algo más tarde que de costumbre, pero me conformo, pues he podido saborear las horas de verea, y eso lo compensa todo...

Al final de la senda que recorre la antigua ruta del Califa aparecía Córdoba, inmensa, capital árabe esencial para entender la historia de nuestra cultura, y, por ende, la del mundo. De aquí surgieron grandes médicos y filósofos, como Averroes, que observa paciente desde la puerta de la Judería, en mármol, un mundo bien diferente al que él vivió. Emociona, después de tanto, caminar por esas callecitas estrechas de otra época, a la sombra además de versos de Miguel Hernández, que, en su centenario, el ayuntamiento ha dispuesto sus letras en cada balconada. Córdoba mira hacia el río, sospechando miradas de enamorados desde la Torre de Calahorra, poniendo sonidos al agua que transcurre bajo el puente romano.

No han sido pocos los poetas y escribas que a estas tierras han regalado palabras y rimas. No han sido pocos los caballeros de punta fina que aquí han quedado prendados de mozas, embelesados por una belleza cautiva que vive en los rostros de amables damiselas que doblan las esquinas. Hoy no seré yo el que le pinte poemas a esta ciudad, cuna de artistas a los que les pertenece el derecho del piropo y sus caprichos. Las fotos que he tomado ya dan buena cuenta de lo que os digo.

Además, Cordoba y la casualidad me ha reencontrado por suerte con un amigo de mis primeros años de residencia, mi amigo Juanpa. Juntos hemos rememorado mil momentos del chaval que empieza a vivir en el mundo y desconoce lo que esta por llegar. Días en los que se forjaron amistades y recuerdos que uno guarda en el arcón de las sensaciones con cariño.

Hoy descansaré como debe, sonreiré al cielo por dejarme llegar hasta estos lares, y con esperanza, aún de noche, partiré hacia Almodóvar para reencontrarme con mis padres y recuperar una conciencia desgastada pero firme a la hora de concluir con dignidad esta maravillosa aventura...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

martes, 18 de mayo de 2010

Día 9. EL Carpio. Susurros y sombras...

Es todo lo que me deja mi día, eso y la amargura eterna de soledad que propicia un camino donde mis latidos suenan más fuerte que mis ganas de seguir hacia delante. Ha pasado ya una semana desde que me alejé de Cazorla por la antigua ruta nazarí, mirando hacia atrás con solemne sonrisa por la gente y la tierra que allí dejaba.Pensaba en aquel instante que sería excepción ese sentimiento, y es que uno no está acostumbrado a saborear en tan poco tiempo la grandeza de la bienvenida para al rato despedir las sensaciones con una simple mirada melancólica al final del pueblo de turno. Pero todo lo contrario, reviviendo ese lamento dulce cada día, teniendo que luchar contra esa contraposición que a veces entristece. Y así empezar de nuevo cada madrugada, sombra de mí mismo. En ese vaivén me encuentro, gritando por dentro para seguir la senda más allá de la fatiga, rezando para que el sofoco que me aplana estos días amaine y me permita disfrutar algo más de un camino que de por sí es duro.

Son ya tres días de caminatas imposibles a través de paisajes excelsos pero complicados, teniendo que poner todo el arte para salvar obstáculos y vereas que no llevan a ninguna parte, siendo aún más difícil cuando no se tiene todos los cabales en su sitio por mor del cansancio. Pero al fondo de la mochila guardo una fe inmensa en terminar esta aventura, y eso no habrá piedra ni peligro que me lo quite.

El camino a El Carpio ha sido quizás el más bello. Horizontes que se perdían en el infinito, como espejismos, y trigales inmensos en los que el silencio gobierna. Casi no recuerdo los últimos cinco kilómetros, empujado por la inercia de un deseo que veo más cerca. Intuyo un final divino, enriquecedor para mi persona muchos años después de haberse producido, y es por eso por lo que ahora sufro hasta lo indecible, ciego de coraje.

Mi insistencia me ha traído a las puertas del pueblo que hoy me acoge, justo testigo de un bravo guerrero que se deshace a cada paso, pero fiel comendador de un sueño que culminará con el mar o con la muerte, a pesar de las sombras que me persiguen susurrando abandono. Un abrazo a todos. Ahora más que nunca...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

lunes, 17 de mayo de 2010

Día 8.Montoro. Medias vueltas y lamentos...

Pesan las piernas y pesa el ánimo. Por muchas emociones que cargue en mi mochila y lo bello del paraje que piso, se notan los días y las horas muertas caminando, más si cabe cuando el Sol aparece quemando en lo lejos. Más aún cuando las sendas se muestran equivocadas en los planos y tengo que dar media vuelta porque a alguien se le olvidó cambiar en el mapa un punto. Ya me había ocurrido, pero había saldado hasta ahora con suerte el acertijo de los caminos enrevesados. Alguna vez tuve que rodear peligros no indicados y desistir en direcciones por llegar al final de un collado que no aparecía en los planos. Pero fue poco, sólo unos metros y tener que prestar atención, si acaso tirar de intuición y resolver el entuerto. Pero no iba a suceder así hoy, cuando tras más de veinte kilómetros y con el agua justa para saciar mi sed, una arboleda imposible me impedía la travesía, obviada en mis notas, cerrándome el paso hacia Montoro, habiendo perdido una hora de viaje por un pedregal indigno para peregrinos medianamente loables.

Solo pude respirar hondo, torcer el gesto y desandar lo andado, maldiciendo la cartografía española y la madre que los parió, sin posibilidad de desahogarme más que dándole al pasito para adelante y alguna patada a una piedra. Pero al poco llegué a Montoro, tras cruzar un puente romano de muralla rojiza y arco de medio punto. Allí, en la falda de la colina, caseríos de fina estampa soportaban el sofoco del mediodía buenamente, como mis carnes, inventando la forma de no dar rienda suelta a los agobios y romper con todo en un minuto.

Me recibió su placita, de las de antes, con su iglesia, el ayuntamiento y cuatro viejos filosofando en un banco de la esquina. Desde ahí, todo un ramal de calles encaladas por las que bajaban y subían sin parar marujas haciendo y deshaciendo mandados propios de un Lunes de primavera. No hizo falta demasiado para tratarlos, y es que aún no había soltado la mochila cuando un señor de avanzada edad y ojos grandes se me acercaba para indagar mis intenciones por esos lares. Se mostró interesado pardiez, y me habló de la historia de su pueblo, de personajes que allí vivieron y asuntos vecinales, nada del otro mundo, o quizás sí, pero es la misma cantinela, aún siendo interesante y curiosa, que vengo escuchando día tras día en cada pueblo que hago estancia. Casi no lo escuchaba por culpa de mi fatiga, despistado por su acento serrano, con ese soniquete dejando caer las oes y las aes que me resultaba simpático y curioso, por más trascendente, al menos para él, que fuera lo que estuviera contando. Mis fuerzas para entonces y mi sueño me daba para poco más que poner buena cara y parecer educado. Fue él mismo el que me orientó sobre la biblioteca, donde pude dejar, como todos los días, los apaños y así aliviar mi espalda de la caminata de hoy. De esa manera permanecí dando vueltas cámara en mano, somnoliento, atragantado por esta flema de plena campiña cordobesa que quema los nudillos, buscando la sombra en cada placita para matar el tiempo y terminar con un día que se hizo largo y difícil, más aún sabiendo que, siendo las horas que son, mediada la tarde, el que les escribe no tiene todavía idea de dónde acabará pasando la noche. Y lo peor de todo es que casi ni me importa, mientras este Sol inhumano supere el horizonte y permita que mi mente, castigada en exceso, se aclare...


Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

domingo, 16 de mayo de 2010

Día 7. Andújar. Murallas y silencio...

Dejaba Bailén pisando terrenos de batalla, repitiéndome palabras de ánimo ante la dura travesía que hoy tocaba. Muchos kilómetros por delante y la sensación humana de cansancio desde que enfilaba el antiguo camino nazarí hacia Andújar. Y silencio, pero ese silencio melancólico de los campos de nuestra Andalucía que hace por deleitarnos si ponemos atención a los detalles. Entre olivos centenarios me encontré esta mañana, cruzando un río al que no le pierdo de vista ni quiero, al menos hasta que muera en el vasto océano y yo me bañe en sus últimos suspiros de agonía. Me miran a mi paso labriegos extrañados, de tez morena y manos curtidas, más aún cuando perciben en mi cara una sonrisa, siendo habitual que me ofrezcan agua y chacina cuando tengo a bien preguntarles por mi senda y su destino.

Tras una verea sinuosa llegué a Andújar, de ascendencia romana y mora, como susurran sus murallas de otra época, pareciendo alzarse entre las colinas para guardar la fe de sus habitantes. Se puede oir todavía, caminando por su judería, los poemas de amores furtivos que rezaron a la sombra de una mezquita por ansiar un futuro halagüeño. El olor a jazmín y el campanar de Santa María hace el resto, elevarte a época de mercaderes, creerte dueño de turbante y mezclarse con el pópulo para buscarse la vida. Emociona pisar calles con tanta historia, remozadas por vergeles de flores en los balcones, y ese agua cayendo paciente, en idílicos rinconcitos de arte...

Iliturgi se me escapa, pero aún más sus gentes, amables al trato y de simpático acento, dando color al domingo, entre risas y niños correteando tras una pelota. Saben lo que tienen y se les nota, y eso me gusta hasta el extremo. Admiro los pueblos que se admiran, pues el amor empieza por uno mismo, y eso les hace reconocerse ante el mundo con orgullo, embelesando a visitantes y peregrinos, que quedan absortos por tanta belleza.

Se me acaban los pueblos de Jaén, perlas de la campiña. Mañana entro en Montoro, que ya es de Córdoba, y me llevo conmigo bellos recuerdos y sensaciones, de una gente humilde y trabajadora, sencillos a la par que humanos, una provincia que me ha acogido con cariño, y que ya por siempre será punto de partida y de encuentro, tanto de mí mismo como de aquellos que se atrevan a conocerse perdiéndose por sus caminos y murallas. Y aunque pasen mil años, aunque cien siglos vinieran, no conocerán verso que les diga tanto, por mucho que anden buscando, no más que el hermoso silencio de esta santa tierra, el silencio de sus caminos y el de sus murallas, paraísos de otro tiempo que se nos ha legado para enamorarnos de nuevo en cada esquina...

Fotos y videos de hoy pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

sábado, 15 de mayo de 2010

Dia 6. Bailen. Sables y coraje...

Y el viento me llevó a Bailén, entre sonrisas de la noche anterior que aún hacían eco en mi cabeza. Atrás dejo un ejemplo de los buenos, el de Josemi y su familia, bandera de los milagros que aún existen por nuestras tierras. Su valor para enfrentar los azares de la vida dan buena cuenta de lo frágiles que podemos llegar a ser, para luego remontar el vuelo, donde nadie daba un duro. Los guardaré ya por siempre en el arcón de mis ejemplos favoritos, que servirán para ilustrarme cuando mi ánimo y mis ganas decaigan...

Entre nubes bajas llegué a Bailén, campo de batalla donde el ejército francés comandado por Napoleón sucumbió ante los sables de nuestros valientes compatriotas, marcando el destino de nuestra nación para siempre, en fiel e imponderable legado a través de los tiempos. El destino de la guerra de la Independecia española bien puede decirse que cambió de signo tras aquella mañana de Julio de 1808, con los "mondieus" a tres palmos de nuestro gaznate, jactándose de una victoria más que segura. Pero a veces ocurre que no todo está escrito, a veces la razón se queda sin valía y triunfa lo débil, para bien de todos, y es que resultaría anodino saber de antemano los designios de lo que toque, y eso se hace maravilloso...

Relatan las crónicas de la época, erizando el vello del ser más insensible, la noble e insumisa lucha de unos cuantos españolitos de pelo en pecho y puño cerrado en aquellos días de verano, en un combate que pasaría ya por siempre a la historia por enseñarle las orejas del lobo al imperial ejército gabacho. A golpe de mástil, bajo un Sol castigando a plomo las intenciones de cualquiera, con olivos por testigo del lance, la infantería, la nuestra, realizó la mejor carga de sables y mosquetes que se ha escrito. El pueblo de Bailén, escenario sin quererlo de la batalla, en inestimable ayuda, provisionó de agua y enseres a unas tropas debilitadas por el calor y el sofoco, aunque fieras y fieles al escudo, lo que hizo romper lo previsto y darle jeroma a nuestros inestimados vecinos.

Cada calle de este pueblo representa un homenaje a aquellos hombres, no siempre recordados, pero vitales en su día para que nuestra roída patria no fuera una mera provincia francesa, lo que hubiera sido desolador para nuestro orgullo. Y les ves ahí apostados, con la mirada al frente y gesto serio, creyendo en la victoria, y es difícil no sentirse inspirado. Más ahora, cuando cuatro truhanes se encargan de mutilar nuestra divina leyenda, repleta de héroes que no saben de odas ni monumentos. Convendría, al menos hoy, en justa dicha, postrarse un segundo ante ellos, valientes guerreros que luchaban por un ideal y su gente, por más que en este tiempo suenen palabras huecas de sentido.

Es por eso que hoy les rindo homenaje, tanto a ellos como a la familia de Josemi, pues responden a la pregunta que el corazón nos hace cuando no vemos otra salida, manteniendo el pulso, alzando las manos, sin dejar de avistar horizontes para pagar con la vida, si así fuese necesario, las insolencias de un enemigo dispuesto a cercenar la libertad de los nuestros...

Aparte de eso, tengo que deciros que me encuentro fuerte y esperanzado. Anoche soñe con Sanlúcar y los míos, y levanté con una sonrisa y mucha fuerza. Con eso y poco más me vale para seguir adelante en mi desempeño, y no dudaré en empuñar para ello sables que me abran paso en esta travesía, sables y kilos de coraje, del buen coraje, de los cientos de ejemplos que me encuentro a cada paso...

Os echo de menos...

Lo mismo de siempre... fotos y videos pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

viernes, 14 de mayo de 2010

Día 5. Linares. Granizo y miradas...

Salí de Baeza temprano. Un mal sueño me hizo despertar aún de noche y ya quedé desvelado hasta que las primeras luces de la mañana me indicaban que debía partir hacia un nuevo destino. El matrimonio sueco terminó por ser un encanto. Siempre con la sonrisa en la boca, se interesaron por mi viaje de forma educada y me animaron a concluirlo. En sus miradas atisbé poco antes de irme ese halo de libertad que a veces encuentras en personajes anónimos que se cruzan por casualidad en tu camino. Me dieron detalles de su vida. Él era político en un pueblo de Suecia, hasta que se cansó de los desagradecidos y rompió con todo, según me contaba.

Es una pena que el mundo en el que vivimos, con la atadura continua de las obligaciones cargando sobre el lomo y las responsabilidades imposibles de esquivar a la vuelta de la esquina, nos haga palidecer y morir en vida, teniendo que asentir con la cabeza a todo por un simple mendrugo de pan que llevarnos a la boca o poder experimentar la mera sensación de estar "haciendo bien" las cosas. Estamos muy equivocados, y es algo que me está enseñando este viaje, aunque ya lo sospechaba desde hace tiempo. Es un tremendo error caer en las garras de lo normativo, de lo que hay que hacer, sin plantearnos siquiera si así lo queremos y de qué manera. No deberíamos perder nunca parte de nuestra naturaleza, que en esencia es libre desde antes de que existiera la palabra.Morir en vida, mirar con los ojos de otros y lamentar el tiempo perdido son acciones a las que quizás más tema sucumbir a lo largo de mi ciclo vital. Y si para eso tengo que seguir abrazando rebeldías y echarme al monte con una mochila y cuatro euros en el bolsillo, no lo duden, así lo seguiré haciendo, aunque sólo sea por no ver las caras que ponen quienes piensan que haciendo lo que hago he perdido la cabeza, cuando son ellos los que llevan una vida de calamitosa locura. Que se lo planteen quienes ponen esa expresión tan rara al hablarle de mi travesía...

Por lo demás, hoy tocaba Linares, una ciudad en medio de la campiña, de calles cuidadas y gente dedicada al comercio, hijos de padres que se forjaban la chacina en las minas de la zona, hasta que la tierra dijo basta y se tuvieron que buscar la vida cada uno por su lado. Mi paseo por Linares ha sido tranquilo, rememorando la muerte de Manolete y conociendo el pasado minero y humilde de los que aquí buenamente habitan.

He de reconocer que me he dedicado simplemente a cumplir el trámite, pasar las horas lo mejor que pude y hacer fotos a lo menos malo. Mi ánimo anda hoy algo decaído. No sé si son los días que van pasando o la gilipollez consumada de quien se cree héroe porque un día decidió hacer el Camino de Santiago y dormir con la tripa llena en posadas de buena sábana y mejor trato. Me ha encendido un comentario en la radio, viniendo para Linares, de uno de esos cierrabares que se cree alguien por darle al caminito del marketing mientras le esperan en la meta señoritas dispuestas a todo con pancartas y aplausos. Yo os puedo prometer que no busco ni de lejos eso. Estoy aquí simplemente para conocer mis límites, que son finitos, de eso estoy seguro, y de paso relatar a gente amable las sensaciones que se me van despertando a la vez que ando, ademas de conocer mejor nuestra hermosa tierra, y no otras que no me dicen tanto...

Y es que uno se resiste a creerlo, pero es cierto que tanta soledad te hace reflexionar sobre todas las cosas en las que no te paras a pensar mientras vas montado en la montaña rusa de las obligaciones y los pagaderos, y en pocos días me ha llevado a la conclusión de que nos toman por verdaderos gilipollas aquellos que nos creen simples marionetas para facer a su antojo la morisqueta mas lamentable. Hasta hace bien poco, en mi pueblo, se me ofreció la oportunidad de ir en una lista electoral. Que no cuenten jamás, y digo bien, jamás, conmigo, a no ser que sea para encabezar un proyecto totalmente diferente de lo que conocemos por política. Y, por supuesto, llegado el caso, no tendré compasión alguna de los indeseables que ahora pelan la pava en las esquinas y los talibanes sin turbante que les van detrás lamiendo la porquería. A esos me refería...

Siento, con mucho, usar hoy estas líneas para desahogarme, pero es que tantas horas me dan para currarme al tarro bastante, y este pequeño apartado donde cuento mis aventuras bien puede servir también, de cuando en cuando, para confesarme conmigo mismo y salir a la calle con la mejor de las caras...

Prometo en lo sucesivo hablar de arte y y naturaleza, historia y verdades, y dejar atrás mi espacio más oscuro. Confío, con suerte, en encontrar luego una sonrisa y una buena ducha en casa de Jose, un señor jubilado que se ha ofrecido gentilmente a darme cobijo y una digna cena, posiblemente el mejor antídoto ante la desesperanza que hoy llevo en mi hato al ver tanta alimañana suelta disfrazada de corbata y mentiras. Mañana toca Bailén (y no Andújar, como digo en el vídeo), y es allí donde espero encontrar la inspiración. Lugar perfecto, campo de batalla donde cuatro españolitos dieron jeroma a franceses putañeros de bajas formas y peores intenciones. Solo Dios sabe las miradas que allí me esperan, pero lo que es seguro es que no me dejarán indiferente, a pesar de todo...

Un abrazo a todos...

Lo mismo de siempre... fotos y videos pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

jueves, 13 de mayo de 2010

Día 4. Baeza. Rincones y prosa...

Llegaba temprano a Baeza, descansado por haber podido dormir a pierna suelta en casa de Agustín, canario de nacimiento y ubetense de acogida. A él, como a muchos otros que conoceré, los pude encontrar en la página web hospitality.club.org, donde anónimos de todo el mundo ofrecen estancia en sus propias casas a cambio de una charla confortable y poco más. Ellos, con su hospitalidad, son la base de mi viaje, pues sería imposible llevarlo a cabo con un presupuesto tan reducido si no recortara por algún lado durante el camino.

Aprovecharé hoy para despejar dudas sobre mi travesía, algunas mundanas, pero prosa tan necesaria en el día a día para que, de cuando en cuando, pueda disfrutar de versos idílicos a lo largo de mi andadura.

Hoy, por ejemplo, en Baeza no tenía alojamiento. Así pues, doble tarea, por un lado encontrar la manera de descansar bajo techo y por el otro disfrutar del pueblo y sus gentes cámara en mano para poder retratar mi viaje. Lo primero que hago cuando llego al pueblo es situar la biblioteca, para así poder consultar internet de forma gratuita y establecer el itinerario a seguir por la zona. Lo hago por doble motivo, y es que además me hace disponer de lavabo si así lo necesitara. Sí amigos, es la parte menos decorosa de este tipo de aventuras, y es que un apretón a destiempo o una mala preparación en cuanto al aseo te lo puede chafar en un instante, y entonces dejaría de disfrutarlo en toda su medida.

Ya ubicada la biblioteca, sigo el itinerario previsto y realizo las fotos y videos que creo más interesantes. Me gustaría hacer algunas fotos más de noche, pues esta cámara del siglo pasado las trabaja mejor que las de pleno día, pero entenderéis que me es totalmente imposible debido a que, a última hora de la tarde, acudo a subir los archivos y la crónica del día. Sólo me tengo que preocupar de la comida, para lo cual acudo a los hipermercados más baratos, comprando lo necesario para alimentarme y no desfallecer. La cuestión del alojamiento me la he tenido que agenciar preguntando en la oficina de turismo. Al parecer, al final del pueblo, escondido entre la espesura, existe desde hace años una casa enorme regentada por un sueco que alquila las camas a 6 euros la noche. Ya os podeis figurar de lo que estamos hablando, un antro de mal asunto, durmiendo con descamisados que no tienen donde caerse muerto, eso mismo pensé yo. Nada más lejos de la realidad. Me planté allí a media tarde escamado, queriendo cerrar el tema de la pernocta para quedarme tranquilo y poder dar vueltas a gusto, y lo que me encontré allí, al final del camino de olivos, distaba mucho de la composición que me había hecho en mi mente. Se trataba de una casa alta, con balcones cuidados y plantas en las esquinas, con un porche desde el que se divisaba la sierra en la lejanía, y dentro del recibidor la mujer de Thomas, que así se llama el sueco, recibiendo a senderistas y demás con brío y una sonrisa en la boca. Tuve suerte, por lo visto se celebra esta semana en los alrededores de Baeza un encuentro de senderistas y aficionados al trekking y la casona estaba prácticamente llena. Sólo quedaba una plaza de esas económicas de 6 euros la noche. Ya os contaré mañana la experiencia, si no me han comido por los pies los bichos del campo que, a buen seguro, se colarán entre las literas buscando jaleo. En cualquier caso, ya tengo sitio para no morirme de frío o malvivir en cualquier lado, y eso es lo importante. Siempre estaré a tiempo de no aparecer si encuentro algo mejor de aquí a la noche, que lo dudo, y es que la señora ni me pidió el carné para confirmar la reserva, como si de una película de los Cohen se tratase. Ya habrá lugar mañana de dormir de mejor manera y asearme como es debido, y es que en Linares tengo alojamiento en casa de Jose, conocido a través de hospitality, que se ofreció a procurarme una cama decente y una buena charla, con algo de suerte.

Como digo, lo que os he contado es la parte más prosaica del viaje, pero necesaria y, a veces, reconfortante, y es que, cada vez más, creo firmemente en el importante aprendizaje que se hace en las dificultades, y hoy no será menos. Parece un tópico, pero es cierto que es la mejor manera de valorar lo que uno tiene en casa, tan acostumbrados todos a que nos pongan por delante mesa, mantel y bollo, y encima con la queja siempre entre dientes...

Aparte de eso, Baeza me ha cautivado. Las callecitas del casco histórico te transportan a época de caballeros y doncellas, y revives sin quererlo pasajes de otro tiempo, lo cual hace verdaderamente emocionante el paseo, visto lo que me cae en gracia la historia de nuestra tierra, más aún cuando la tienes delante y puedes percibir los olores en propia carne.

Para mí quedarán los momentos vividos en la antigua Universidad de Andalucía, hoy convertida en Instituto, sentado en el mismísimo estrado desde el que, ni más ni menos, Antonio Machado dictaba clases de gramática francesa a sus alumnos. Como seguidor de las letras y fiel escudero de la palabra, tuve que soportar el nudo en la garganta y los vellos como escarpias al contemplar documentos manuscritos por él mismo, como si aquellos relatos divinos acabaran de escribirse. Así continué el paseo, entre muros de piedra y recovecos de otro tiempo, viendo atardecer despacio, enamorado sin remedio de este pueblo y estas calles, las mismas que antaño vieron pasar lustros de juglares y espadas apostadas en los rincones, donde el peligro acechaba y el amor era verdadero, relatados por poetas de excepcional valía y nobleza...

Y mañana Linares. Veintitantos kilómetros por delante y mucho en lo que pensar, con la mochila llena de ganas de aventura, a pesar de un mundo que parecer desconfiar de sí mismo mientras algunos visten bonito y observan impasibles hambre y frío en la otra acera, sintiendo tristemente nada...
Un abrazo a todos.

Lo mismo de siempre... fotos y videos pinchando abajo...
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

miércoles, 12 de mayo de 2010

Día 3. Úbeda. Caminos mudos hacia el alma...

No ha sido nada fácil. Pueden creerlo. Levanté todavía de noche, aún con el murmullo del viento recorriendo la montaña y las palomas dormitando en lo alto de la torre que se divisa desde mi ventana. Como las posadas de los cuentos, apenas sin lumbre en la calle, tuve que hacer por despertar al conserje para entregar la llave y partir con todo dispuesto. Poco antes, desde la almena del abergue, mirando hacia el monte, ya me había despedido de la sierra, a la vez que me enfundaba el polar y me abrochaba la mochila.

Mezcla de sentimientos mientras comenzaba mi andadura, y todos embotando mi pulso. Miedo a la senda, a los peligros, al cielo gris que auguraba tormenta, al valor de mis piernas y al coraje de mi corazón. Ilusión al mismo tiempo, por ver amanecer con cada paso, por disfrutar de horizontes especiales, silencios mágicos y sonidos bellos. Y ternura, mucha ternura, por las personas y las calles de Cazorla, un pueblo del que me iba alejando a cada paso, pero que ya formará parte de mis recuerdos a través de los años. Así discurrió la senda, con mi sentidos disfrutando de cada instante como el último, respirando tierra y olivo, entre zarzales y vereas de otro tiempo. Al poco, el Sol entonaba en el horizonte el milagro de un nuevo día, iluminando a lo lejos San Miguel, con sus casas pequeñas, apagando las pocas luces de farolas huérfanas en el centro de la nada. Y yo en medio de todo, rememorando historias que leí de caballeros y letanías, poemas de otra época que trataban viajes imposibles a caballo y carruaje, al son de alforjas y hermosa valentía...


Y el cielo, allí mismo, dictó sentencia. Las nubes de tornaron bajas y la lluvia, al momento, empapó mi chubasquero, anegando cunetas y riachuelos. Y así hasta Úbeda, tierra fertil y verde tras el cerro, con las murallas vigilando aún vestigios de otro siglo donde el miedo y la falta de libertad gobernaba. Al final, menos fatiga de lo temido, aunque no debiera desconfiar, pues aún queda mucho trecho y mil aventuras que no quiero perderme. Valió la pena tanta caminata, comprobar in situ joyas del Renacimiento, puertas mudéjares, frescos en la misma calle ubetense. Mereció el esfuerzo realizado, aunque sólo fuera por descansar en la plaza Vázquez de Molina, con la campiña de fondo, y terminar recitando versos de andaluces que antaño cruzaron por esta tierra y abrazaron la mejor de las melodías dedicadas al viento, que no es otra que la grandeza muda de un camino que, más que nunca, parece dirigirme al centro de mi propia alma...


Para ver las fotos y los videos (al final), pinchad abajo y en ver presentacion
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

martes, 11 de mayo de 2010

Día 2. Cazorla.Rutas de magia...

Hoy ha amanecido nublado. Dudaba del cielo en este día gris, pero entre cafés decidí alquilar una bici en el mismo albergue y esperar que la mañana mejorase con cada pedalada. Y así fue. Seguí la ruta de la Iruela, subiendo primero al pueblo del mismo nombre, de no más de 500 habitantes, tras una empinada cuesta que me hizo sentir la fatiga de quien no está acostumbrado a esos esfuerzos.

Minutos antes, mientras degustaba mi última magdalena y cogía fuerzas para el día, un senderista de recio pelaje y piel curtida me aconsejó la ruta que ahora llevo a cabo. -Girando a la derecha en la plaza de la Iruela, tras el camino asfaltado, sigue hasta la ermita y confiésate contigo mismo si te atreves a seguir adelante. Eso me dijo. Quedé abrumado con el consejo, lo que no hizo sino enloquecer mi curiosidad y tirarme al desacato de lo desconocido, allén de cuestas y mal tiempo. Como dijo nuestro amigo, giré a la derecha en la placita, donde dos señoras conversaban a la par que me miraban extrañadas, como pasa en los pueblos pequeños, y enfilé una terrible cuesta, de esas sin horizonte, con el cielo ya entreabierto de nubes, para mi suerte.

El camino daba a una serie de miradores excepcionales. Disfrutaba a la vez que subía, tomando instantáneas de cada detalle, de cada barranco. Extasiado de tanta belleza, con la emoción del momento, incluso me atreví a grabar un par de videos en una de las pocas bajadas en las que pude descansar las piernas. A todo esto, ni un alma a la vista, lo que le daba mayor trascendencia y magia al camino. Todo lo contrario que vegetación y fauna. Más de una vez tuve que girar la cabeza al sospechar cerca algún animalillo. En lo alto de todo, algunos buitres dominaban en la altura, como reyes del aire, acompañados de ese silencio ruidoso de los bosques en esta época de vientos.

Tras muchos kilómetros subiendo, y con el agua justa para seguir adelante, tropecé con un cartel informativo que me daba cuenta de mi posición por la zona. Lejos de aclararme mi intención, ese cartel solo hizo confundir mi curiosidad y alentarme de nuevo a alcanzar por la senda, ya sin asfaltar, el paraje de "El Chorro", más cerca ya de Quesada, pueblo de la zona, que de Cazorla, donde me hospedo. Las fotos y los videos hablan por sí solos, todo un paraje inspirador hasta para el más insensible, donde verde y aire limpio colman la mayor de las expectativas. De pronto, cuando más idílica era la travesía, ya de vuelta, un trueno en la lejanía me avisaba de mi suerte.

De a poco, las nubes se encalomaron en la falda de la montaña y tuve que tomar la sabia aunque algo inconsciente decisión de acortar hasta el pueblo por un camino cerrado a senderistas por riesgo de caídas. No sabía con certeza si esa senda llevaba hasta el pueblo, pues se perdía en el horizonte tras la montaña donde comanda el Castillo de la Yedra, pero me apresuré a tomarlo con la esperanza de que al menos hubiera un pequeño cobertizo donde resguardarme de la que se me venía encima en cuestión de minutos. Tracé con cuidado cada curva, casi sin alzar la mirada, pues una lesión me arruinaría el viaje, y bajé rozando el precipicio sorteando charcos y piedras. Pasados ya unos minutos, un tirón en la pierna me avisaba de mi flaqueza para hacer esfuerzos en lo inmediato, y la lluvia cayendo a plomo, empapando en un instante ropa y mochila. Al poco, una casa, pero ya para entonces había elegido decisión, continuar, creyéndome cerca del pueblo. Y así fue, gracias a Dios. Terminé como una sopa, pero la aventura me había hecho disfrutar enormemente toda la mañana, incluso esa fatídica bajada de casi media hora, como esas cosas que se disfrutan cuando terminas y ves que, en un principio, no se tenían todas consigo.

LLegué al albergue, tomé una ducha caliente, quizás la mejor de mi vida, y quede en el vestíbulo conversando con el conserje. Ya a la tarde, sin querer caer en los brazos de Morfeo, visité la casa de mi compañera de autobús, Lucía, que me esperaba junto con su familia y su novio para una merienda acogedora. Gente espectacular, humilde, ingeniosos de la palabra y las formas, y es que no paré en todo el rato de reir con las chamullerías, como él dice, que el abuelo contaba. Asuntillos de pueblo, historias, algún que otro cotilleo vecinal, pero todo sin acritud ni maldad. Y es que eso se nota al momento, se intuye. Quizás el haber vivido tan alejado de las grandes urbes y su contaminado día a día les haya hecho desarrollar esa bondad que parece casi innata, divina.

Me despedí de ellos y volví al albergue, a escribiros, con sabor agridulce, y es que por un lado me causaba tristeza perderlos de vista, quizás para siempre, gente tan hermosa, aunque de alguna manera contento de comprobar cómo, por azares del destino, mi propósito de conocer gente en mi camino va tomando forma. Son las diez de la noche y no recuerdo estar tan cansado en mi corta existencia. Mañana diana a las 6, viaje hasta Úbeda, donde me espera Jose Miguel con los brazos abiertos para ofrecerme una cama y algo de comida. Quizás con algo de suerte una buena charla. Será el día de toda mi travesía que más camine, pero no ví mejor manera de hacerlo. Aún así, me las he arreglado para hacerlo más llevadero, y es que me han chivado oriundos del pueblo algunos atajos que les vendrán bien a mis piernas, ya castigadas después de lo de hoy, pero dispuestas a todo, no lo duden. Así pues, amigos, máñana empieza lo duro. Gracias por todos los mensajes que mandais al movil o al correo. Animan ahora más que nunca. Un abrazo y hasta mañana...

Pincha abajo para ver las fotos y los videos. Pincha en Ver presentación para verlos.
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

lunes, 10 de mayo de 2010

Dia 1. Cazorla. En tres minutos......

Solo tardé tres minutos. Solo hizo falta plantarme en la Plaza del Cristo, ataviarme mi mochila y alzar la mirada al horizonte de Cazorla. Únicamente eso para acallar los miedos de las primeras minutos y los malos augurios. La jornada había comenzado ya hacía bastantes horas. Todavía de noche, con los ojos aún cerrados pero con el alma ilusionada, comenzaba la primera parte de mi ansiado viaje. Cuatro horas de autobús hasta Jaén, cuatro horas de campos de olivos interminables y ese regusto amargo que deja el traqueteo de la carretera. No quería pensar, mi cabeza se perdía entre avisos y consejos de la gente que me quiere. Hacía mía en silencio cada palabra de aliento. Evocaba, casi sin quererlo, la sonrisa nerviosa de los preparativos.

Al poco de pasar Carmona, mi compañera de asiento me preguntaba por mi destino, con la suerte de que Cazorla también era el suyo. Tras comentarle mi proyecto y mis temores, y con la bondad que, a veces, caracteriza a la gente de nuestra tierra, Lucía, así se llamaba, me ofreció un asiento en el coche de sus padres a la llegada a Jaén con destino Cazorla. Se me abrieron los ojos. De un plumazo me ahorraba una larga espera en la estación esperando el trasbordo hasta la tierra serrana y me permitía ganar medio día para hacerme un poco más a mi nueva forma de vida que ahora comienza. Llegamos pronto, sobre las dos, justo para llenar aliviar mi hambre y salir a dar el primer paseo por la zona, sirviendo de toma de contacto con unos parajes realmente bellos, como podreis ver en las fotos.

Me equipé con lo necesario y salí hipnotizado por las dos murallas que comandan la ciudad, calle abajo, siguiendo los carteles de casco histórico, sintiendo en la barriga el extraño cosquilleo de quien comienza una aventura que intuye sublime. Quedé ensimismado con la iglesia de Santa María, historia de verdad entre paredes encaladas, obsequio en su día al Rey Felipe II. Cuestas y naturalidad de las gentes ante mi presencia, eso me encontraba a cada paso, enfilando la primera senda, que me llevaría a los manantiales del Guadalquivir, pasando antes por la Ermita de San Miguel, excelsa obra de unos cuantos vecinos que decidieron restaurar una antigua capilla que había servido de todo menos para lo que hubiera debido. Hacia arriba seguí la senda, con los sentidos a flor de piel, impresionado por las vistas y lo bien cuidado que estaba todo. Da gusto saber que todavía quedan pueblos que conservan lo que tienen, que se respetan a sí mismos para reconocerse en el mundo, aunque sólo sea a través de un espacio natural cuidado o la sonrisa amable de sus vecinos. LLegué al final del camino casi sin darme cuenta. Seis kilómetros marcaba mi podómetro, ahora quedaban otros seis de vuelta para el pueblo, pero creedme si os digo que, lejos de hacerse eternos, fueron un soplo de vida para cada vello de mi piel, tan acostumbrada a vergüenza y rutina.

Y así llegué de nuevo al albergue, esperanzado por recorrer un trayecto que se antoja duro, seguro, pero que merecerá la pena si lo que queda es sólo la décima parte de lo que ya he podido disfrutar. Ya aseado, escribo estas letras sobre mi cama, desde el ordenador de mi compañero de cuarto, Adrian, devoto senderista y frustrado viajante, como él mismo dice, porque un día decidió elegir el camino de las responsabilidades demasiado pronto. Minutos me quedan de este mágico día, convulso de sensaciones inesperadas, al menos en intensidad.

Mañana más de lo mismo, espero, pues he ampliado mi estancia en Cazorla una noche más, y es que tengo la ligera sospecha de que tengo aún mucho que ver por esta santa tierra de moros y cristianos. Un nuevo día por delante, una bella eternidad, sabiendo ahora que sólo tres minutos respirando este aire bien hubiera merecido la pena un año esperando el momento. En tres minutos he convencido a mis miedos y mi conciencia, alimentando más si cabe la ilusión por llevar a cabo esta bella locura...
Un abrazo a todos, os siento cerca...

Pinchad abajo y en "ver presentacion" para ver las fotos de hoy.
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

viernes, 7 de mayo de 2010

Kike en el Guadalquivir

Bueno amigos y amigas, el momento ha llegado. Como muchos sabéis, el que os habla se propuso hace mucho tiempo una especie de peregrinaje por nuestras tierras andaluzas, al estilo del camino de Santiago, pero por aquí cerca, pues me gustaría conocer y disfrutar de los paisajes y gentes de nuestra Comunidad, a lo largo de al menos 1 mes, a fin de esbozar la que sería mi segunda obra literaria, la primera en forma de novela.

Para ello, y viéndome desprovisto de obligaciones en éste instante, realizaré, Dios mediante, el camino que va desde Quesada, ubicado en la Sierra de Cazorla, cuna del Guadalquivir, hasta Sanlúcar de Barrameda, allí donde el río muere. Con un presupuesto más que limitado y , a pesar de la poca ayuda externa, he decidido emprender la aventura de aprender de lo desconocido y valerme por mí mismo ante la mismísima naturaleza, ya que deberé buscarme la vida para poder pernoctar dignamente, alimentarme y seguir adelante en mi propósito.

A buen seguro, en muchos momentos, la ilusión tornará en desesperación y en oscuridad. Me valdré de vuestro ánimo y de mis ganas de cumplir mis objetivos para alejar de mi mente la idea del abandono. Intentaré, en la medida de lo posible, tener un hueco todos los días para contaros mis visicitudes en mi blog www.kikofen.blogspot.com .

Os invito a todos a que compartáis conmigo mi experiencia y os hago partícipes de ella. El Lunes día 10 comienza mi viaje, una aventura pacífica y espero que noble, apasionada y también quizás algo rebelde, simple reflejo de como entiendo nuestra existencia en este mundo, auténtica, humilde y sincera. Un abrazo a todos…