lunes, 31 de agosto de 2009

“…Veo los grandes picos con sus cumbres nubladas, pareciendo levantarse hasta el infinito. Oigo la música de los distantes rebaños y de las solemnes campanas de iglesia. Huelo el fragante aliento de los pinos, y cuando todo eso se desvanece, otro cortejo de pensamientos se presenta, recuerdos de hombres que fueron rectos, valerosos y sinceros. Hay alegrías demasiado grandes para ser descritas con palabras, y hay dolores sobre los que no me atrevo a extenderme…”

Comienza un nuevo curso, de éste, mi año, y también del vuestro…