jueves, 9 de julio de 2009

Confesiones...

Es difícil reencontrarse con uno mismo, más si cabe en los tiempos que vivimos, con tantos quehaceres inútiles y tanta rutina insulsa. Pero a veces, si uno tiene suerte y los cometas se alinean, llega la oportunidad de recrear lo que un día fue mágico para tus carnes, aunque sólo sea por unos minutos, pero suficientes para el corazón de cualquiera. Yo hoy cuento el caso, a sabiendas que ciertas confesiones puedan convertirse en fantasmas del pasado en algún instante, pero os debo justificación a mi dejadez de principio de semana…

Y es que echo de menos aquellos veranos de bicicleta y chucherías en la puerta de Raúl. Añoro la época de los pantalones cortos y sandalias gastadas de tanto caminar por esa calle vacía hasta que la llenábamos de nuestras carcajadas. Recuerdo con cariño y aprecio las largas charlas inocentes de niños que empezaban a vivir y se conformaban con acompañarse bajo un manto de estrellas hasta altas horas de la madrugada. Aún siento esa brisa tiznada de buenos presagios en medio de la oscuridad, o ese repicar lejano del campanario del otro lado del pueblo. Jamás olvidaré los juegos ni las caras, los hermosos gestos ni las miradas…

Intento desde hace mucho esquivar en mi camino ese bello escenario, tan distinto ahora, pero que guarda la misma esencia melancólica de entonces, cuando esa calle fue testigo de nuestros pasos. Y debo confesarles, pues para eso sirve la dichosa terapia, que el pasado Sábado, después de muchas risas y alguna cerveza, no pude evitar volver al mismo lugar de antaño, a sentarme en silencio, dedicar una mirada al cielo y responder con una lágrima a todos los recuerdos que el aroma de esa acera traía de nuevo a mis sentidos… Y allí, sólo, dí gracias por aquello que vivimos y amamos…

Es por eso que me costó volver a escribir esta semana, pues no se me quita de la cabeza la tristeza por un tiempo pasado, mejor o peor, no sé, pero tan humano, tan cercano… que nubla mis mejores historias, por más que junte cuidadas y estudiadas letras, por más que empuñe mi pluma para versos nacidos en esos días en los que morías cuando llegabas a casa y descubrías que todo, a no ser que alguien parase el tiempo, iba a convertirse en un maravilloso y eterno sueño, como así ha terminado siendo…

10 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha encantado kike. se nota que has tenido una infancia feliz. un beso muy fuerte

Tita Inma dijo...

Fuí testigo de esa felicidad; es un tiempo del ser humano que sirve de despensa para el resto de nuestro vivir; piensa!! que hay muchos que no pueden recurrir a esa época por tener una pésima experiencia y simplemente no saber si han sido felices. Por cierto!! tu Tita Inma se va a comprar una BICICLETA, que como se dice son para el verano!!, yo espero darle más uso. Un beso

Anónimo dijo...

me has hecho recordar tb esos veranos de bicicleta. gracias por darme la opcion de recordarlo. MArina

Anónimo dijo...

precioso kike

ana dijo...

los años de la infancia son los mejores. leerte me ha hecho tambien recordar aquella epoca tan estupenda. eres un regalo diario

Anónimo dijo...

que crack estas hecho. un saludo. Juan carlos

Anónimo dijo...

macho me has emocionado.

Raúl dijo...

debo confesarte; que a pesar de muchos otros recuerdos tristes que me trae esa calle, los buenos inclinan la balanza a su favor. por eso mis lágrimas agridulces cuando se secan en mi mejilla al pasar por esa calle dejan un buen sabor dulzón en la comisura de mis lábios.gracias.

Anónimo dijo...

Jo!Qué tiempos aquellos....la verdad es que yo tb intento esquivar esa calle, porque ya no es ni la sombra de lo que fue...Aquella época, aquellos vearnos, los mejores de mi vida, sin duda!!
María VO

Águeda dijo...

Q TIEMPOS AQUELLOS VERDAD??? GRACIAS POR HABER FORMADO PARTE TB DE MI INFANCIA FELIZ!! OS QUIERO A TODOS!!
:-) Águeda