jueves, 7 de mayo de 2009

Semos idiotas....

Vivimos en un país gobernado por analfabetos que son votados por analfabetos. Ya podamos ponernos de bruces o estudiar excepciones, da lo mismo, se pongan como se pongan. La democracia posibilita que unos cuantos bodoques con labia y mucha avaricia camuflada se apoltronen en asientos bien mullidos por los fajos dinerarios que el poder lleva consigo, faciendo a su antojo nuestro destino. Para darse cuenta sólo hace falta escucharlos y comprobar que éste tipo de alimañas carece de cultura histórica ni de valores, por mucho que adornen su discurso de buenos gestos y moralejas venidas a cuento. No irá a pensar usted que la gripe porcina es la única epidemia que inunda nuestras calles…
Y después estamos los demás, analfabetos desde la cuna, proscritos a dejar la piel en un trabajo que nos agota para, encima, dar gracias por tener salud y dos días libres a la semana, para el que los tenga, claro. Sencillas almas en pena por un horario que anula la vena artística para el que la tuviera, con la mirada fija en la pantalla de un ordenador durante horas en el mejor de los casos, si no bregando en el campo cogiendo aceitunas por 7 euros la hora bajo un Sol que cercena las ganas de nada. Gente que va y viene gastando los pocos duros que ahorran entre tanta hipoteca e impuestos sin sentido para que la clase política mueva el culo en coches blindados y rieguen su gaznate con el mejor de los vinos un mediodía cualquiera. Me siento analfabeto por ser gobernado por gentuza que proclama la paz y la alianza de las civilizaciones pero que no dudan un segundo en vender armas a la Israel genocida si trae a cuenta, con las misma naturalidad que manda ayudas a los palestinos masacrados, limosna bien pagada por el españolito de a pie. Analfabeto por formar parte de una sociedad donde cabe el “todo vale”, pero que no escatima en afilar cuchillos contra el que piensa diferente sobre algunas tradiciones, dando de lado la esencia pura de esa libertad de mentira que con tanta facilidad se echan a la boca. Y es que, amigos, sé que mi retahila no sirve de mucho, quizás para añadir veneno a mi caminar por este pedregal de existencia, pero permitirá usted que, siendo ésta mi terapia, desahogue de cuando en cuando mi espíritu, harto de creerse las mentiras de unos y los golpes en el pecho de otros…
Y al final uno llega a la conclusión, si es que llega, de que casi mejor no pensar mucho, no vaya a ser que después venga Hacienda reclamando las neuronas que hemos utilizado de sobra, así que ya sabe, haga como que es idiota, como viene haciendo, que igual hasta desgrava y le da para invitar a unas cervecitas a su jefe...

2 comentarios:

mariló dijo...

bien, más de un politicucho debería leer este artículo, aunque solo sirviera para que se le atragantara el cafe y se manchara la camisa.

Anónimo dijo...

verdaddes como `puños