jueves, 4 de septiembre de 2008


Justificar lo injustificable, la envidia y la desidia, tres patas de una misma silla en la que el común de los mortales se asienta sin planteárselo al menos. Todo ello adornado con terrones de indiferencia, tan humana como inhumana, pero casi siempre presente sin haber sido invitada.
Y hoy no seré duro, seré amable, tal y como terminé allá por Junio, pero tenía esa reflexión en la cabeza.
Les contaré que fue un verano fantástico, en el que descansé, nadé de noche en el océano, trasnoché, reí hasta la extenuación, salté, bailé, jugué, y un sinfín de verbos en pasado perfecto que pueden dar clara nota de lo bien que aproveché tan noble época. Pero todo acaba, y ésta vez no iba a ser diferente, y sucedió. LLegaron las primeras brisas de Setiembre y con ello ese halo depresivo que se vislumbra en los rostros desencajados de los inhumanos humanos de primera hora de la mañana. Y recuerdas buenos momentos como si de un sueño se tratara.
Ni que decir tiene, fueron miles, o quizás exagero, pero fueron muchas las personas que me felicitaron por esta terapia pública que exhibo, gente que me seguían, decían, día a día, bajo casi el anonimato de quien no emite opinión. A todos agradezco tanto, os debo tanto...
Por lo demás, y ya seguiré comentando, todo comienza de nuevo, esto no ha hecho más que empezar. A todo aquel que se asome, bienvenido, espero que no me odies al final del curso, tampoco espero que me ames, solo aspiro a entretenerte cada mañana durante unos minutos, y pases a otra cosa...

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, soy gabriel, te escribo desde cordoba, argentina, llegue por casualidad a tu blog y me has tenido el verano, que aqui es invierno, en vilo esperando tu vuelta. un abrazo. no cambies