martes, 15 de abril de 2008

Aquella goma de borrar


Los martes me gusta contaros alguna historia, y hoy no será menos... Seguro que os ha pasado alguna vez, te cruzas con gente a lo largo de tu vida que, casi sin quererlo, te infunden un respeto y una admiración especial. Y ocurre sin ningún tipo de vínculo especial con esa persona, a veces son unas pocas palabras las que has cruzado, igual no sabe ni tu nombre... Ese aura...
Pues va de eso, ayer me encontré a la salida de mi casa para ir al trabajo una goma de borrar, de esas que se vendían antes, alargadas, que borraban hasta boli, esas que sabías que nunca se acabarían, al menos antes de que se te perdiera... y eran muy codiciadas, yo de hecho nunca tuve una... bueno sí, de eso va este pequeño relato.
Tendría unos 10 años, no más, en un aula con gente con la que habías estado más de la mitad de tu vida, en la que rara vez llegaba alguien de fuera. Pero así fue aquel año, llegó un chico recio para la edad, serio, creo que nunca lo vi sonreir. Permanecía solitario, casi aislado de lo que ocurría en el aula, no se metía en lios, iba a clase a aprobar y se marchaba, poco más, un tipo pragmático. Claro, a esa edad, propicia para correteos y travesuras, el "nuevo" me imponía mucho respeto por parecer tan mayor siendo como nosotros. Se sentaba detrás. No crucé una palabra con el en todo el curso excepto en una ocasión. Como todos alguna vez a esa edad, tuve el impulso cleptómano de, en unos de esos juegos de ir de aquí para allá, aprovechando el desorden, quitarle una de esas gomas de borrar al hijo de ricos que se pavoneaba, al que vestía y olía tan bien... Pero se ve que no tengo madera de ladrón, justo cuando denunció el caso a la profesora, el cuerpo del delito asomaba por mi estuche, con lo que fui un claro presunto culpable. Y me las vi en un interrogatorio horrendo, yo me defendía, claro está, diciendo que yo la tenía de antes, que cara más dura...
Pero cuando más negra se ponía la cosa, alabado sea, este extraño chico tomó la palabra interrumpiendo el revuelo y aseguró que me había visto borrar con esa goma días antes, vamos, que era mía... No entiendo muy bien porqué lo haría, pero el caso es que me libró de una buena. No volví a cruzar palabra con el en todo el año, después supe que a su padre lo destinaron al norte, de donde él era, y nunca pude agradecerle nada. Pero para eso tengo estas líneas, para rememorar lo que ayer surgió en mi cabeza cuando iba para el trabajo, para agredecerle lo que hizo sin tener porqué, para mostrarle mi respeto... y para compartirlo con vosotros...

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo tenia una goma de esas!!!!! weiii