jueves, 28 de abril de 2011

Una raza, una bandera...


Nos han hecho bajar la mirada al suelo y sentir la derrota en lo más profundo. Nos han tenido a merced todo este tiempo de la imposición que jamás se discute y la buena educación del que no se planta en rebeldía. Han sugerido que callemos y asintamos a quien manda, porque dicen ser los elegidos del pueblo y eso les hace confiscar cualquier desacato. Pero hasta aquí hemos llegado. Hoy le pongo voz a los padres de familia que no encuentran  ninguna salida, a los jóvenes sin trabajo que ven lejano el sueño de una existencia digna, a los que venden su sombra por un empleo precario que no se lo cree nadie. Hoy no me queda más remedio que  ser la pluma de quien se manifiesta en la calle por un mundo diferente, del que alza el puño ante las desigualdades y lo grita sin vergüenza. De la mujer trabajadora que lucha por sus derechos y del tendero al que le hacen la vida imposible con leyes absurdas. 

Hoy les pertenece este espacio para ser juez y parte, matar la inconsciencia de nuestros días con el fervor más consciente. Dar un paso adelante y no consentir lo que no se puede. Decir basta mirando a los ojos de quienes nos gobiernan. Porque ya no vale con permanecer a un lado y seguir respirando. Cada vez somos más los que no estamos dispuestos a soportar  tantas humillaciones a la inteligencia. Ya no nos conformamos con cuatro fiestas que disipen las ganas de lucha y un partido el domingo para calmar nuestra ira. Se han terminado los votos de confianza y poner buena cara al vecino. Se ha acabado el mirar para otro lado y convivir con la miseria, huir de nuestra tierra por alcanzar un futuro diferente y decir adiós todo lo que queremos cerca. Aquí justo nos plantamos los que no se sienten libres, los bebidos en coraje porque vieron morir las oportunidades en manos de los mismos.

Sepa usted que a la vuelta de la esquina hay un submundo lleno de pobreza y corazones cautivos que tiene que acudir a comedores sociales a pesar de portar un titulo bajo el brazo. Al volver la calle hay voluntarios que se parten el alma poniendo un poco de puré y amor en una vieja taza para un ser humano que ya no cree en nada. Es por eso que es necesario que abra los ojos en este instante, ahora es el momento, por más que sea usted de los pocos que tiene el viento de cara. Es hora de elegir bando y asumir las consecuencias, de pararse para escoger el destino que le llama. Las medianías ya no sirven de mucho, porque en esta ofensiva no se harán prisioneros, pero se juzgará a quien no tomó partido, y la penitencia será eterna, por no arder contra la mentira en primera fila de mando. 

Y es que hoy he librado mi primera batalla contra la indecencia en un aula con apenas diez personas, gente humilde sin nada que perder y con la verdad brillando en sus ojos ávidos de esperanza. Y al lamer mis heridas ahora de madrugada, como esas noches de Mayo de antaño, más seguro ando de terminar venciendo en esta necesaria guerra que empieza ahora para todo aquel que sea amigo de la verdadera justicia, y ya sólo ondeará una única bandera orgullosa, la de una raza humana por la que merecerá la pena apostar por ella…

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