lunes, 22 de marzo de 2010

Vida, muerte, arte y fiesta...

Del negro a la luz y la muerte ante mis ojos. Del silencio al bullicio y la sensación de estar muerto. Cornetas y tambores ponen música a la batalla, manos en la boca y el corazón encogido por mi bravura. Sin más amigo entre tanta alma que mi coraje, agarrado bien fuerte a mis ganas de vida, es lo único que me queda. Al otro lado, con su mirada clavada en mi piel gastada, mi verdugo, luchando contra miedos y supersticiones. Sólo vale defenderse, con lo que tengo, mi fuerza, mi empuje, con lo que pueda, pues me llueven de todos lados, lanzas, estoques, dolor y saliva, sudor, sangre que no es mía. Atrás quedaron las mañanas apacibles entre iguales, respirar naturaleza sin temor a nada. Ahora toca luchar por lo digno, proteger cada palmo de mi cuerpo, mantenerse fino en los movimientos, no sucumbir antes de tiempo, trabajar la esperanza para creer en el milagro. Rodeado de bestias, aplausos que no entiendo, muletas de mentira y el rojo carmesí que asoma mi asamenta a la par que mi nervio va fallando, quedando a merced de mi destino. Decidido ya a aceptar la deriva, bebiendo los últmos tragos de existencia, buscando aire donde no queda, así me veo, con la rodilla hincada ante clamor unánime de muerte inmediata, sin más compasión que terminar con tanto sufrimiento, que se hace eterno. Y sucedió, como si nada, sentí el metal frío atravesar mi centro y quede tumbado, todavía consciente, con el alvero en la cara, siendo testigo de emocionados gritos de reverencia, y yo allí tirado, sin vida, intentando recrear verdes prados, mañanas apacibles, días sin crueldad ni espectáculo. Digan a los míos, por mi memoria, que aquí yace, por derecho, la leyenda de un toro digno, no menos bravo, arte para muchos, fiesta para otros, que expiró sonriendo, en paz, sin odios, a pesar de todo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

impresionante escrito del mundo del toreo