lunes, 14 de abril de 2008


Me advertía más de uno y más de una desde hace alguna semana, "-No vayas a poner a parir a la feria de Sevilla...". En uno de mis anteriores artículos, titulado "Sevilla, cuna de la falacia", castigué duramente la hipocresía y el derroche que destila esta ciudad en algunas épocas del año, ultrajando memoria histórica, desaprovechando tantos recursos, tanto arte malgastado en tuburios de mala muerte... Y quizás, conforme se acercaba la feria, más de uno podía intuir que esta visión tan ácida que tengo a veces del comportamiento de las personas que, sin tocarme, me rodean, iba a desembocar en una sátira despiadada con respecto a esta fiesta centenaria... Pero os sorprenderé de nuevo...
No puedo criticar un lugar donde va la gente a pasarlo bien, y además es voluntario y consciente. Y si me pusiera, seguro que encontraba alguna razón, muchas razones, para ser tremendamente duro con la gente que acude a la feria, pero el motivo no sería diferente a cualquier acto público, evento deportivo,etc. Es decir, en sí, la Feria, bien tomada y bien dosificada, es un buen lugar de encuentro, buena comida, cervecitas y risas... Así sí. A cosas así me apunto...
Perdonen mi torpeza al expresarme hoy, este Lunes estoy algo disléxico...

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