martes, 30 de diciembre de 2008

El vasco que salvó España

Mañana 31, podría volver a reeditar el relato de los pasteles, porque será una repetición del momento, pero lo daré por sabido, pues tengo unos lectores avispados.
Hoy les hablaré de Blas de Lezo,más conocido como "Patapalo", marino de principios del s.XVIII., hombre Guipúzcoano que alcanzó, desde abajo, las mayores cotas en cuanto a rango, y todo, amigos, creanme, por méritos propios. Y para ejemplificarlo sólo contaré una de sus batallas, ya siendo comandante general en Cartagena de Indias, antiguo reducto español sitiado por los ingleses comandados por Vernom en 1741. Para que se hagan una idea de la desproporcionada gesta, los Ingleses contaban con 186 navíos con la última tecnología militar y 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica, todos optimistas pues ante sí tenían 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior, más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra, han oído bien, 6 únicos navíos. Con mucha imaginación, no aburriré con detalles de estrategia, Lezo acabó con los ingleses en la, quizás, derrota más importante que tuvo nunca Inglaterra, asegurando el dominio español de los mares durante más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar. Y todo gracias a Blas de Lezo, que llegó a hundir sus propias barcazas en la bahía de Cartagena para impedir el paso de los anglosajones y aislarlos bajo fuego continuo hasta caer derrotados en un nido de cucarachas. Y este hombre, además, era de los que se pringaba, es decir, al acercarse con demasiado ímpetu a sus defensas, recibe un balazo de mosquete en el antebrazo derecho, pierde la vista...
Sin embargo, aunque las proezas de Blas de Lezo estén a la altura de los más grandes héroes de la historia, es un personaje prácticamente olvidado, pues es lo que hacemos en nuestro país, honramos a los débiles de espíritu, Sardás, Buenafuentes y Gabilondos, y dejamos de lado los hombres con mayúsculas, de los que heredamos la tierra y el alma, en silencio. Y era vasco, más vasco que nadie, piensen, y salvó España en Mediterráneo abierto, Cartagena, Atlántico.... y se tendrá que estar revolviendo en su tumba, lejos de su patria, la que lo olvidó, pero vive aquí, en mi blog y en mi espíritu...

lunes, 29 de diciembre de 2008

Pasteles entre trincheras...

Navidad como cualquier otra, no esperen crónicas indigestas y resacas de órdago. Tengo por buena costumbre, en Nochebuena, acostarme temprano, quizás ahogado entre tanta salsa carnicera y sales de mariscos deliciosos. No mucho más, algún dulce, quizás un licor bien aliñado con risas que vienen a cuento y pronto Morfeo hace de mí su único heredero, pues es cuando las calles más se poblan de carcajadas y de euforia, y el alcohol, más o menos destilado, hace el resto...
Poco antes de la famosa cena partí con mi padre a comprar unos dulces, una humilde pero limpia pastelería que regenta una familia emigrante yugoslava. Pude ver el reflejo de la guerra en el rostro de aquel hombre que despachaba, de mediana edad, repartiendo los manjares en la bandeja con la misma delicadeza con la que aconsejaba bocados exquisitos, tanta humanidad en tan pocos gestos...
El viento lo trajo a Huelva, la ciudad de las balsas de fosfoyesos que contaminan y ciudadanos sin corazón que asienten al destino sin rechistar, el lugar donde, en Nochebuena,cerca de la pastelería digna de la familia yugoslava, cientos de jóvenes en desvarío se intoxican sin medida vaso en mano, en medio de la calle, como yonkis de sí mismos, y con el mundo por testigo, aplaudiendo...
Volviendo a casa, con mi padre portando su bandeja de dulces, cruzamos por aquella fatídica calle donde yacían seres con morada pero sin moral, el cementerio de las risas, pues la felicidad en las fauces era unánime, tanto como la tristeza de mi alma, quizás rabia, no sabría traducir tanta vergüenza...
Y me vino a la cabeza la humilde y trabajadora familia yugoslava, y la tenebrosa imagen que encontrarían cuando echasen el cerrojo al negocio y fueran a casa a cenar, pues tantos vasos rotos en su camino, tanta violencia gratuita, tanto incompredido sin armadura, no creo que distase mucho de la tierra que un día dejaron porque el aire se hacía irrespirable, valga la macabra comparación. Y pensé, ahora sí, furioso, que no somos dignos de tener en nuestro mundo gente tan luchadora, curtidas en el silencio, pues también habitamos en guerra horrenda, la que afligimos contra nosotros mismos, la guerra civil de las almas, y si no me creen den una vuelta por mi calle, en Nochebuena, tendrán que sortear vidrios rotos y hasta alguna que otra trinchera ...

lunes, 22 de diciembre de 2008

Una noche de las Buenas

Y llegó la Nochebuena, donde luces se confuden con mazapanes para darle al frío linaje mágico. Se hace sencillo si no te lo planteas, te reúnes con los más cercanos, paladeas manjares prohibidos para tu conciencia, brindas por volver el año siguiente a brindar y tumbas contigo en la madrugada deseos y recuerdos, lo que está por venir y lo que se fue, nada del otro viernes, o quizás demasiado para corazones acostumbrados a mundos rellenos de prosa, con bordes en sepia...
Y aquí comienza el suspiro que os pido, compañeros de viaje, alzad vuestras copas, como yo haré, y encontradle el sentido a cada sonrisa que surja, saboreando cada aroma que te lleves a la boca, y respirad bien fuerte, como si fuera a acabarse el aire, al regazo de una vela que llena de paz moradas que lo merecen. Y amad, al que teneis al lado, al que teneis enfrente, a vosotros mismos, pues no te llevarás de este mundo otra cosa que lo que siembres en las almas de quienes te admiran...
Y si esto se cumple, amigos, sentiros bien dichosos, pues son privilegiados los que pueden sentarse con los suyos un año más, los que no olvidaron la sonrisa en una cuneta, a los que el bolsillo permite bocados dignos, los que saben respirar, como yo os pido. Haced de mi espada la vuestra, y cuando falten los que no deberían, en vuestra mesa, en vuestra NocheBuena, invocad la dignidad, la humildad y la bondad, pues os digo que entonces ya jamás estaréis sólos, no nos pueden arrebatar lo que abrazamos con todas nuestras fuerzas, y seguid respirando, hermanos, pues vuestro mundo os necesita, tanto como mis letras...
Me encantaría que así disfrutases tu nochebuena...

jueves, 18 de diciembre de 2008

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Manda pantalones...

La historia amable de los martes asoma con retraso, como los cerebros de quienes nos gobiernan. Y es que lo recuerdo como si estuviera grabado en dieciseis milímetros y me la pusieran los sábados.
Era costumbre, y sigue siendo, hacer una fiesta al finalizar el curso en el colegio. Venía a ser un día especial, te despedías de los amigos hasta el año siguiente, una eternidad vista desde los ojos de un niño de 6 años, porque es lo que tendría, se trataba de 1º de EGB, del último día.
Esa mañana era la mejor, amanecía pronto y el sol era noble en el horizonte mientras enfilabas la escuela con tu bolsita de gominolas pertinente, por aquello de colaborar con el momento, ya saben. Recuerdo que aquella mañana mi madre me vistió un pantaloncito blanco corto, ese que usan los niños buenos en verano, prenda que iba hacer que recordara ese día toda mi vida. Volviendo al tajo, llegábamos a clase, previamente decorada con cartulinas de colores y soles relucientes que daban vida al aula, nos sentábamos, y Manoli, la tutora, ponía música en el viejo radioasette que había servido para repetir abecedarios durante el invierno. En aquella época ya creía ser mayor, tenía un buen grupo de amigos, compañeros de travesuras y correteos en el que ejercía de ilustre cabecilla, y claro, como ya era "mayor", ya tenía mis devaneos infantiles con la linda de la clase, gajes de la popularidad...
Pero no todo iba a ser tan idílico, por mucho que el día apuntara como nunca. Llevando diez minutos sentado, un mal gesto al agacharme a coger un maldito caramelo de fresa hizo que el pantaloncito blanco se rajara desde donde acaba la cremallera hasta donde se amarra por detrás el cinturón, vamos, que ya no era una prenda, eran dos, y yo en medio. Y ahí acabó la fiesta y empezó el infierno, se esfumaron los correteos y travesuras, se terminó aquello de acercarse a la muchacha mona, y hasta se me fue el apetito de gominolas, pues las repartía Manoli, la profesora, en su mesa, y para ese menester era necesario levantarse...
Recuerdo las caras extrañadas de mis amigos y hasta de la niña guapa, que me miraban y me preguntaban por mi repentina actitud, tan melancólica, sin saber que estaba sentado en un retamal de tela deshilachado e indigno. Aguanté el tirón, no me moví de mi asiento mientras los demás no calentaban posaderas y se hartaban de chucherías hasta rozar el cólico. Y tocó la sirena, salí como pude y allí estaba mi madre esperando, inconsciente de mi fatídico fin de curso. Con el tiempo entendí que eso de ir con el culo al aire iba a ser una tónica en mi vida, pero al menos ahora, si quisiera, me zamparía todas las gominolas que me apeteciera, no dejaría de hacer travesuras con mis amigos, y hasta cortejaría a alguna niña mona, porque en realidad, en este mundo, todo cristo va en pelotas...

martes, 16 de diciembre de 2008

Buenos corazones....

Se me hace realmente difícl explicarle a mi conciencia la hipocresía de un lugar que revienta ilusiones y arrastra en su marea sueños y buenos propósitos. Pero déjense de medias tintas, queridos lectores, observe al que tiene al lado y valore si es buena persona, nada de grandes proezas ni heroicidades de película, hablo de cosas nimias, no sé, si deja pasar al anciano, si guarda la cola en carnicería, si cree en la palabra más que en el castigo físico, si circula por el carril de la derecha a la velocidad adecuada. Espero que lo vayan entendiendo. No apliquen complicadas fórmulas matemáticas ni ecuaciones sin resultado, tiren de la manta de su día a día, de su latir cotidiano, su mirada a primera hora de la mañana, su gesto al salir del trabajo, su ritual al acostarse en cama propia o ajena.... Obvien su estatus social y económico, dejen de lado las posibles amistades y amoríos, lo que dicen que fue y lo que puede llegar a ser, sólo ponga su lupa en el instante que dijimos y dé nota, sin miedo a equivocarse, al fin y al cabo nadie sabe la respuesta correcta...
Por eso, amigos, amigas, abrazad bien fuerte la bondad en lo cotidiano, pues yo os juro, por mi espada, cada vez más afilada, que el destino sabrá recompensarte al tiempo, si no mis letras...

lunes, 15 de diciembre de 2008

Lunes Lunero, frío como la escarcha, tanto que mis dedos se han quedado helados, aún llevando guantes. Que sea otro quien regale letras amables, pues yo hoy no tengo....

viernes, 12 de diciembre de 2008

La primera vez que me tocaste...

Noche clara de Agosto, las luces y el alboroto sonaban ya lejos, eco de lo que unos días antes habían sido suspiros de trasnochados y carcajadas anónimas. Un verano más que se iba, y llegó la brisa al encuentro de los habitantes de un pueblo que la historia nunca recordará. Una sola bombilla alumbraba aquella calle, testigo silencioso de lo que nadie supo reconocer en un primer momento, ni quizás en un final...

La calle Pinta, como aquella carabela que vió por primera vez el nuevo mundo, fue escenario solemne de tan maravilloso milagro, irreconocible ni para sus protagonistas en aquel instante. Repicaba la medianoche el campanario del otro lado del pueblo, la brisa desapareció y se sentaron uno enfrente del otro. Como si nunca hubieran enfrentado hasta ese momento la verdad que sus almas reclamaban, él, tan ávido en palabras en momentos sin importancia, ahora, cuando más necesitaba de aquella lucidez, acabó sus discurso entre balbuceos, con la vergüenza propia de quien llega por primera vez a una sala esperando una sola palabra brillante, una sola oportunidad para sobrevivir. Y creyó haber muerto, tanta belleza, tan cerca, tanta perfección al alcance de sus dedos, como besar el mar, como guardarse una brizna de aire en el pantalón, imposible y a la vez posible, lo cercano de lo lejano, lo invisible de lo más visible. Noche de locura, el ser más bello le sonreía ante sus proposiciones, tan quiméricas, tan ilusionantes, tan milagrosas... y la desazón no hacía sino crecer en él, y cada vez se iba haciendo más y más pequeño.

Volvió la brisa,incómoda, y ella vistió con su chaleco, fino pero agradable al tacto, jamás él se percató de tan noble prenda hasta que ella se la enfundó, perfecta consonancia, parte de él ya formaba parte de ella, preciosa paradoja, tan extraño momento pero a la vez tan tierno. Y ocurrió.. Ella, cada vez más cerca, alargó su mano y lo acarició inocente, ni de lejos sospechaba el desorden que por aquel momento clamaba cada palmo de su cuerpo, aquel maravilloso desorden...

Y así ocurrió, una noche más en la historia de la Humanidad, la noche más importante, la que jamás dejaré de recordar hasta el día que, en mi lecho de muerte, sea yo el que alargue mi brazo para acariciar lo más maravilloso que se cruzó en mi camino y que, ni por asomo, dejaría volar lejos. Aquella madrugada y todas las que hemos vivido, hacen que, después de tanto tiempo, el desorden, lejos de apaciguarse, domine cada acto de mi cuerpo, cada segundo de mi vida. Dominas mi mundo, creí que lo menos que nos merecíamos era tener un breve relato de la primera vez, la primera vez que me tocaste...

jueves, 11 de diciembre de 2008

Si les hace bien a vuesas mercedes, el pintor de cuadros, por enfermedad y por obligaciones académicas, postpone su pintura para mañana... asi que piensen en ovejitas si tienen a bien...

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Animales pero distintos...

Sobra decir que este pasado puente me dediqué, como media España, a hacer molde en mi sillón preferido y a comer las delicias de mi madre, que son muchas y variadas. Pero hubo dos imágenes que me hicieron saltar de la cómoda postura. Una, quizás lo hayan visto, lo del perro que coge del hocico a otro perro atropellado en medio de la autovía, jugándose la vida en medio del tráfico que iba a toda velocidad por un compañero quizás ya inerte. Un gesto tan humano que parece mentira que lo lleven a cabo estos dos animalitos.
La otra imgen es más tétrica aún. Los del Caiga quien Caiga, tan ácidos como siempre, se dedicaron a preguntar cuestiones básicas a los Diputados en la puerta del Congreso. Nada de difíciles fórmulas, preguntitas del tipo cual es la Capital de tal provincia o a qué temperatura hierve el agua. Ya se imaginarán las respuestas, al menos las que sacaron en pantalla... algo peor que lamentables. Pero hubo una que fue la monda, le preguntaron a la señora Ministra de Trabajo por el sueldo mínimo profesional en España y, señores, la horrible política no tenía ni pajolera idea. Díganme si no es para organizar una revuelta y saquear las Arcas del Estado en pos de una repartición justa...
Y ahora comparen historias, la del perro y la de la MInistra, y piensen cual de los dos se preocupa más por el prójimo, cual de los dos vive mejor y, sobre todo, cual de los dos tiene más Humanidad... y llegarán a la conclusión de siempre, votamos en las urnas a los animales equivocados...

martes, 9 de diciembre de 2008

Manzanas sobre mormones

Os prometí lo del intento de asesinato el martes pasado. Y es que fue gracioso, menos para los perjudicados. Tendría unos 9 años, mi edificio estaba enclavado en medio de un terraplen enorme donde la gente aparcaba y algunos cruzaban para acortar camino en su destino. Era un lugar de tierra y yerbajos muertos, de cuestecitas que hacia las delicias de la bicicleta en verano, pero ese día iba a ser mejor. Cuando era pequeño tenía la insana costumbre de arrojar las manzanas semimordidas a ese pedregal de mala muerte cuando ya no quería más, y fue aquella noche incierta cuando dos mormones bien trajeados caminaban tranquilos por aquel camino indecente, manchando sus relucientes zapatos, cuando les vino a caer, cual meteorito, aquella fruta mordida del cielo. Que me imagino el susto de los señores, en plena noche, en medio de un camino siniestro, que te golpee algo que se deshace y te llena de caldo, tuvo que ser gordo. Pues en esas que yo, que siempre me percataba que no hubiera nadie abajo, me asomé por curiosidad infantil para ver donde había caído el material, y recuerdo perfectamente sus siluetas dibujadas en la oscuridad mirando hacía arriba. Me escondí al instante y pensé que ahí había acabado la historia. "Les habrá caido cerca", pensé...
Diez minutos más tarde estaban los señores en la puerta de mi casa y mi madre, ajena a todo el cotarro, sin tiempo para escucharlos, intentando persuadirlos para que se fueran a enseñar su religion a otro piso. Y yo allí, cerca de la puerta, como si vinieran a buscarme para llevarme por tal horrendo crimen. En esas que interrumpen las evasivas de mi madre y en un infame español exclama el rubito: " Que su neño me ha torado una mansanaaa". Mi madre lo entendió al instante, ya tenía antecedentes por lo mismo, pero lo negó, como buena madre que defiende a su hijo.
Y se fueron como vinieron, con la camisa manchada de caldito y la cabeza embotada por el golpe y el susto. MI primer intento de asesinato, contra americanos, y mormones. Y aunque fuera intento de homicidio involuntario, señor juez, no me arrepiento, por todas las manzanas que los americanos nos llevan lanzando tantos y tantos años desde su atalaya...

viernes, 5 de diciembre de 2008

Se va la semana, el frío, el aburrimiento y las ganas de estudiar.... Aprovechen el minipuente, no queda otra...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Cosas que nunca te dijeron...

De cabello fuerte, como su raza, de gesto firme, como su honradez. Su mirada abraza, sus manos dibujan gestos bruscos pero amables. No anda, se desliza. Su puño, tan apretado que asusta. Su alma, tan sencilla que sonríe al miedo. Sangre de mi sangre, el viento le trajo penumbras a su corazón, hielo al deshielo. La recuerdo desde muy pequeño, siempre ocupada, danzando sin parar, como ave que no descansa, como nevar que no cesa. Aprendió de lo humilde, entendíó que su palabra era su única coraza, se hizo fuerte en sencillez, en trabajo, en esfuerzo... y fue esquivando trampas, saltando obstáculos. Regaló la vida a dos niños, herederos de su misma tez cándida, de la misma media sonrisa que no guarda nada, la que no engaña jamás...
Adornó su jardín de esperanza, plantó ilusiones en cada esquina, y fue regando con mimo, como nunca, como siempre, como le enseñaron sin enseñárselo. Pero un día el jardín marchitó y solo hizo recoger pedazos de un invierno que sabía llegaría. Y fue entonces cuando ocurrió el milagro, donde la raza apretó el puño y su gesto, honrado, abrazó lo inabarcable para el común de los comunes, y obró que el invierno tornara en primavera temprana, en flores de mayor vigor, en olores hasta entonces desconocidos. E hizo de su jardín el más deseado, el más rico en sustancia, aún con los mismos ingredientes que antaño, pero diferentes aromas, geniales y puros.
Y siguió luchando, y lo sigue haciendo, por un lugar que es suyo en este mundo, pos sus hijos, por un jardín divino en medio de la nada... Quizás nunca acaricies su alma, pues a los "Pura Sangre" se hace imposible acunarlos, pero quizás puedas acercarte a respetarla, la podrás ver, seguro, en este invierno, en Rios Ramos 61, Villarrasa, y te regalará la primavera....

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Funcionarios como Dios manda...

A muchos les parecerá raro el título, pero sí, así es, ayer por la mañana trasladé mis virus a la Consejería de Vivienda de Sevilla, enclavada en un entresijo de calles que se hacen laberinto. Fui por aquello de actualizar los papeles del nuevo alquiler que pago como buen cristiano. Igual se acuerdan, Zapatero dijo que me pagaría el piso, aún estoy esperando. Pero por si acaso tengo mis papeles al día, no vaya a ser que un día se equivoquen y me tomen en serio.
Después de una hora esperando numerito en mano, la maquinita me indicó que era mi turno. Esperaba encontrarme un tío de esos carca, con bigote y chaqueta de pana, mosqueado por estar fuera de tiempo atendiéndome, pero nada más lejos de la realidad. Allí encontré una chica joven, no muy guapa pero arreglada, con un lenguaje corporal que invitaba a preguntarle cada duda que tuviera. Atendió cada palabra, me buscó los papeles que me faltaban, me ayudó a rellenarlo, y le dio tiempo a soltar un chascarrillo simpático entre medias. Yo, casi por devolver el interés, le pregunté si estaban muy liados con la ideita del gobierno. Puso cara de espanto y me comentó lo difícil de tratar con gente que le cree culpable de su situación, estando como están, desbordados. Pues eso, me dio la mano, le devolví el chascarrillo, sonrió, me devolvió los papeles y acabó mi turno. Y salí por la puerta bien contento, y pensando que muchas veces, el cliente no tiene la razón. Chapeau por ti, funcionaria!, porque funcionas...

martes, 2 de diciembre de 2008

Amistades peligrosas...

Yo ví al ratoncito Pérez y a los Reyes Magos. Sí, alucinen y, si quieren, no me crean. Ocurrió cuando tenía unos 7 años, en esos momentos en los que crees que unos tíos vestidos de magos de Oriente asaltan tu casa en plena noche con camellos y pajes de serie para dejarte regalitos y caramelos bien puestecitos. Sí, en mi casa se le dejaba un barreño de leche que aparecía vacío al amanecer. Vamos, que aún olía a pelo de animal cuando descubría la sorpresa de los presentes, e iba corriendo a la cama de mis padres, a primera horita, más por miedo a que volviera a aparecer algún paje morito con alguna bolsita de caramelos olvidada que por otra cosa. El susto hubiera sido de órdago...
Pues eso, que pasé aquella noche en vela, vamos, que escuché a los reyes entrando en casa y poniendo el scalectric, y hasta probándolo. Me recuerdo aquella noche tapadito hasta el cogote, sudando, asustado por el reflejo de los coches en la ventana, no fuera a a ser que los reyes vinieran antes de tiempo. A la mañana siguiente te olvidabas probando los cacharros, hasta el año siguiente...
Algo parecido me pasó con El Señor Pérez, el ratoncito. A ese lo ví, lo juro, por la rendija que deja la puerta de mi cuarto entreabierta. Le ví cogiendo el diente y dejándome las cien pelas de rigor debajo de la almohada. Les puedo asegurar que mis ojos vieron cómo se marchaba feliz por el quicio de la ventana y saludando. Eso por no hablar de la vez que el ordenador, en antiguo MSDOS, me ordenaba apagarlo e irme a la cocina a comer. Me quedé dos minutos anonadado en las posibilidades de la informática, y, evidentemente, hice lo que me pedía. No medié palabra con mi familia del asunto, no fuera a ser que se enfadara la tan amable máquina...
Y se quejaba mi madre de que tenía mucha imaginación para contar e inventarme historias, y no sé porqué me da a mi, madre, que tienes algo que ver en todo eso...
El Martes que viene, les adelanto, más que nada porque me acabo de acordar, y para que no se me olvide, les contaré la noche en la que intenté asesinar, involuntariamente, a dos mormones con una manzana medio mordida. Hasta entonces, si ven al señor Pérez, a los de Oriente, o a mi madre... desconfíen....

lunes, 1 de diciembre de 2008

Miré usté por donde, hoy al menda no le sale ni una letra, se suspende por hoy la terapia hasta que el paciente venga predispuesto a colaborar, porque así no se puede...