jueves, 13 de noviembre de 2008


Jamás les conté el relato de mi estancia en el infierno. Puedo recordar los detalles como si aún las brasas recorrierran mi cuerpo magullado. Puedo recrearlo, por vosotros, que sois legión fiel a mis letras cargadas de vida. Acercaos a esta orilla, al menos hoy, quizás os suene...
Estuve en varias ocasiones en ese lugar del que no se suele volver, siempre a finales de Agosto, cuando el calor sofocante se convierte en brisa húmeda y los días dejan de ser eternos. Iba acompañado de mi familia, pero cada uno viviendo su propia maldición, la que se repetía y para la que nunca estábas preparado.
Despertabas con la lágrima en el párpado gritando venganza contra el destino, aún retumbaban en tus oídos los ecos de una vida mejor, la que dejabas por mucho tiempo. Y sólo tú con el mundo testigo de tu desdicha, los minutos antes eran insoportables. Observabas como si fueras a volver, una y otra vez, los juguetes rotos, la bicicleta que te paseó por caminos mágicos, la plaza en la que aprendiste a vivir, a sentir, el panadero que cada mañana te daba los buenos días, el campanario que avisaba del paso del tiempo... Y repetía cada movimiento, como buscando fórmulas de otra dimensión para prolongar un segundo más tu vida de verdad, esa que ya moría.
Y como si de un funeral se tratase, recogías los últimos recados, despedías a tus seres queridos, alzabas una última mirada al viento, y cerrabas fuerte los ojos para hacer el viaje más difícil de tus días. Ahí se encuentra el infierno caballeros, al menos el mío, en el camino que va desde la Iglesia de las Angustias hasta enfilar la Autovía hacia Cádiz. Cuatro kilómetros que me conocía de memoría, paraíso en días anteriores, ahora se convierte en el peor lugar del mundo. Un Verano más que se acababa, pero no sólo eso. Allí, en esos cuatro kilómetros, yacían ya hasta el año siguiente ilusiones y recuerdos de los que llenan, de los que marcan. Lo que hoy soy, lo que hoy escribo, se lo debo, en gran parte, a ese infierno de sólo cuatro kilómetros, pero tan eterno.... que aún quema.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

todos tenemos un infierno de estos

Anónimo dijo...

YO también tengo un infierno como el que cuentas...pero bueno miraremos mejor para el futuro...Muy filosófico el escrito de hoy...

Anónimo dijo...

me has hecho recordar tambien mi infierno..

Anónimo dijo...

50 personas diferentes visitaron mi pagina ayer. muchas gracias.

Anónimo dijo...

Son infiernos que desgraciadamente llevamos en nuestra mochila junto con todos los recuerdos, alegrias, tritezas, inquietudes...

"...Sé qué polvos trajeron estos lodos
pero saberlo no es la mejor suerte.
Inventaré quién sos. De todos modos.

inventarte es mi forma de creerte.."

Anónimo dijo...

me encantó esto ultimo

Anónimo dijo...

me ha gustao muxo!!! :-)

Anónimo dijo...

uyuyuy q bien escribe aquí todo el personal!!jeje