miércoles, 16 de enero de 2008

La II Guerra Mundial se empezo a ganar en Mazagon



Seguro que esta no se la saben
Corría el año 1943. Los aliados ya tenían casi aseguradas sus posiciones en el Norte de Africa y empezaban a poner sus ojos en Europa. Un enclave importante desde el que asegurar el tráfico de su flota por el Mediterráneo, y desde el que emprender ataques al continente era la isla de Sicilia, en poder del eje, donde Alemania tenía una base de la Luftwaffe.
La isla estaba bien protegida por alemanes e italianos, así que los aliados idearon un plan para despistarles. La idea era hacerles creer que no pensaban invadir Sicilia, sino Cerdeña y Grecia, e intentar que alemanes e italianos desplazaran sus tropas para defender estos dos otros sitios, dejando Sicilia indefensa.
El plan de los británicos consistía en abandonar un cadáver en las costas de Huelva, cerca del Estrecho de Gibraltar. El cadáver estaría vestido con ropas de un oficial de alto grado de los Royal Marines, y llevaría un maletín con documentos secretos en los que se detallaría el falso plan de invasión de Cerdeña. Tenía que parecer que había muerto al estrellarse su avión mientras sobrevolaba el estrecho de Gibraltar.
Se tuvieron en cuenta todos los detalles. Eligieron el cadáver de alguien que había muerto con los pulmones encharcados, se le creó un historial falso pero muy detallado, con el nombre de William Martin, y se tuvo en cuenta hasta el más mínimo detalle para crearle una historia creíble. Desde cuentas bancarias, cartas y fotos de la novia, hasta cartas de recomendación de conocidos oficiales británicos.
En abril de 1943 se abandonó el cadáver de William Martin a una milla al sur de la costa de Huelva. Los británicos sabían que en esta zona había presencia del Abwehr (el servicio de espionaje alemán), representado aquí por Adolf Klauss, hijo del cónsul alemán. Además las autoridades españolas simpatizaban con los alemanes, con lo que el descubrimiento del cadáver y los documentos que llevaba llegarían con toda seguridad a sus manos.
El cadáver lo descubrió Jose Antonio Rey María, un pescador de origen portugués, en las playas de Punta Umbría, y enseguida dio parte a las autoridades españolas. Klauss no tardó en enterarse, y hacerse con la documentación que llevaba el falso William Martin en el maletín. Los alemanes fotografiaron toda la documentación y lo volvieron a dejar todo como estaba, antes de que el cadáver y la documentación “sin abrir” fuera devuelto a las autoridades británicas.
En menos de tres días, los “falsos planes” de invasión de Cerdeña estaban en Berlín. Los mandos alemanes habían picado. Hitler ordenó que se reforzara la defensa de Cerdeña y mandó a Rommel que se trasladara a Grecia para la defensa de esa zona. Las fuerzas que se encontraban defendiendo Sicilia fueron trasladados a otros lugares.
Entre los documentos que llevaba el falso William Martin se hablaba de que los aliados harían algunos “ataques para despistar” en Sicilia, mientras que sus objetivos reales serían Cerdeña y Grecia. De esta forma, cuando comenzó la invasión real de Sicilia, los alemanes no trasladaron sus tropas para defenderla, pensando que se trataba de estos ataques de despiste. La invasión de Sicilia por parte de los aliados fue fácil y rápida.
Las consecuencias fueron muchísimas. A raíz de esto, se produjo un golpe de estado que apartó a Mussolini del poder. También se habían enviado a Grecia tropas que estaban en el frente ruso, que quedó fuertemente debilitado.
Por otra parte, esta historia también tiene su parte romántica y un misterio que ha permanecido oculto hasta hace poco tiempo.
El cadáver de William Martin está enterrado en el cementerio de la Soledad, de Huelva. En su tumba siempre había flores frescas, que colocaba una misteriosa mujer. En 2002 se supo por fin su identidad: se trataba de Isabel Naylor, hija de un trabajador inglés de la Riotinto Limited Company, que siguió con la tradición que había empezado su padre cuando ella era pequeña. La auténtica identidad de William Martin también fue un secreto hasta que en 1996 un historiador británico encontró evidencias de que se trataba de Michael Glyndwr, un vagabundo inglés que había muerto suicidado al ingerir veneno para ratas. Su tumba es visitada aún por turistas anglosajones que pasan por nuestra tierra.
Toda esta historia la contó Ewen Montagu, el “cerebro de la operación”, en un libro que publicó en 1953 y del que se hizo la película “El hombre que nunca existió”.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Casi tres años ya! increible!